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Reportaje:EL DEBATE SOBRE EL PESO ECONÓMICO DE CATALUÑA

Cataluña intenta mantener su liderazgo ante el desafío de la nueva economía

Cataluña mantiene su peso en la economía española, sobre todo respecto a Madrid. Sin embargo, su futuro está marcado por algunas incertidumbres. Corre el riesgo de quedar rezagada en los sectores ligados a las nuevas tecnologías; tiene proyectos de infraestructuras pendientes o retrasados -el puerto de Barcelona y el aeropuerto- y ha sufrido la pérdida de sedes sociales de empresas que han desplazado sus centros de decisión a Madrid, que gana terreno también en el sector de ferias.El debate polariza las opiniones. A un lado, se sitúan los que dicen sin matices que la economía catalana mantiene un tono ascendente, tal como ha defendido en el Parlament el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Al otro lado, están los que creen que, aunque los indicadores económicos actuales son buenos, se están perdiendo oportunidades. Esta segunda tendencia, fundamentada sobre todo en la baja implicación de los proyectos públicos y privados respecto a la llamada nueva economía, tiene su principal valedor en el líder de la oposición socialista, Pasqual Maragall.

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En esta tesis abunda la preocupación por el declive de la industria cultural, tal como han destacado una veintena de entidades cívicas, entre ellas el Institut d'Estudis Catalans.

"Estamos en un momento de una cierta perplejidad. Cataluña ha perdido y sigue perdiendo oportunidades y eso comporta que pierda capacidad de decisión, que no es exactamente lo mismo que pérdida de peso económico", sostiene Maragall.

El economista Xavier Vives, director del Instituto de Análisis Económico, vinculado a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha destacado la pérdida de sedes sociales de empresas. En los últimos años han trasladado sus sedes a Madrid, entre otras empresas, Industrias Agrícolas, fusionada con Ebro, Tabacos de Filipinas y Focsa, adquirida por FCC. Otras han perdido poder de decisión, como es el caso de Fecsa, tras ser absorbida por ENDESA.

Los que niegan la pérdida de peso y oportunidades se aferran a las cifras. Cataluña registra una balanza comercial muy saneada, cuya tasa de cobertura -el cociente entre exportaciones e importaciones- es del 71,8%, frente a Madrid, donde este ratio apenas alcanza el 35,7%. Esta tendencia se ha fundamentado en el crecimiento de las exportaciones catalanas a tasas anuales del 20% en los últimos meses, casi un punto más que en el conjunto de España.

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El peso de Cataluña en la economía española se mantiene en las últimas dos décadas en la raya del 20%, con ligeras variaciones porque cuando el ciclo económico es bueno, a Cataluña le va mejor, pero cuando éste va mal, a Cataluña le suele ir peor.

Otro argumento favorable al dinamismo de la economía catalana es la espectacular disminución del número de parados inscritos en las oficinas de empleo, que en la actualidad es del 5,9%, frente al 9,1% en toda España; un dato acompasado, además, por la encuesta de población activa (EPA), que refleja una caída del número de personas que buscan empleo, desde el 21,1% en 1994 al 9,8% actual.

Otro dato que tener en cuenta es la marcha de las exportaciones y su peso en el conjunto español. En 1990, las exportaciones catalanas representaron el 23,7% del total español; en 1998 subieron al 26,8% y el año pasado descendieron hasta el 24,4%.

Una entidad que encarna la versión optimista es la Cámara de Comercio de Barcelona, cuyo grupo de análisis ha desvelado esta semana un estudio de próxima publicación que refleja el fuerte peso de la región metropolitana de Barcelona en el conjunto de Cataluña.

Joaquim Clua y Josep Anton Acebillo, vinculados al área urbanística del Ayuntamiento de Barcelona, y, sobre todo, el propio alcalde, Joan Clos, se instalan también entre los optimistas. Todos están convencidos de que el avance será imparable si el Gobierno de la Generalitat se decide a adoptar una actitud favorable a Barcelona, la "auténtica locomotora".

El peso de Barcelona es determinante cuando se mide la competitividad de la economía catalana. Basta este dato para confirmarlo: la capacidad exportadora de Barcelona fue en 1998 de 3,7 billones de pesetas, frente a 1,7 billones de Madrid, según señala el Instituto Nacional de Estadística.

La economía de Barcelona exportó el año pasado el 22,5% de los bienes que España vendió al exterior, incluyendo la agricultura, frente al 10,5% de Madrid. Respecto a las importaciones, Barcelona alcanzó el 25,7% de España frente al 24,2% de Madrid. Es decir, la comparación de la balanza comercial de cada ciudad permite concluir que mientras "Madrid produce servicios para el conjunto de España, Barcelona se coloca mucho mejor en el mercado global", tal como explica el profesor de Economía de la UAB, Joan Trullén.

Este economista destaca que la tendencia al déficit comercial de la comunidad de Madrid es explosiva y ha "generado en los últimos años buena parte del déficit exterior español".

Exportaciones tecnológicas

La economía de Barcelona tira del conjunto de Cataluña hasta incrementar sustancialmente la tasa de cobertura comercial de la comunidad. Barcelona exporta como Madrid, Valencia y Bilbao juntas. Barcelona ya no es la fábrica de España que importaba, transformaba y vendía a un mercado interior protegido. "Hoy constituye la quinta metrópoli industrial de la Unión Europea y su nuevo escenario territorial le permite ya tirar del conjunto", sentencia Trullén.

Este economista utiliza como fuente el citado informe de la Cámara de Comercio de Barcelona para destacar que se está produciendo un proceso de desplazamiento en la exportación de bienes de baja y media intensidad tecnológica hacia bienes de alta o media alta intensidad tecnológica.

Entre 1988 y 1997, Cataluña ha mejorado sensiblemente la tasa de cobertura de los bienes de intensidad tecnológica alta (34 puntos) y media alta (34 puntos) más frente a los bienes de intensidad tecnológica medio-baja (18 puntos) y baja (15%). En particular, la tasa de cobertura de los bienes de intensidad tecnológica alta se ha doblado, pasando del 29,3% al 63,2%.El catedrático de Historia de la Universidad Autónoma Barcelona, Jordi Maluquer de Motes, añade la consideración de que Cataluña ha doblado la inversión de sus empresas en investigación y desarrollo (I+D), frente al estancamiento de Madrid, producido por la pérdida relativa del peso del sector público. Basándose en las mediciones de la UE, Maluquer significa que Cataluña registró 22 patentes europeas por 100.000 euros invertidos en I+D, mientras que la comunidad de Madrid se quedó sólo en 7,2 patentes, por la misma inversión, según datos de Eurostat, la oficina de estádistica de la UE.

Sin embargo, aun aceptando la intensidad tecnológica de la economía catalana, los expertos dudan de su capacidad ante los nuevos retos. Se preguntan: ¿Es compatible el proceso de mejora de la posición competitiva de Cataluña cuando las grandes corporaciones industriales autóctonas brillan por su ausencia? En la respuesta a este interrogante se evidencia la quiebra de los argumentos apologéticos. Maragall aborda este interrogante, mirando a Bruselas en vez de mirar a Madrid: "La economía catalana pierde oportunidades respecto a otras regiones europeas".

Por su parte, el profesor del IESE, Pedro Nueno, remarca la inoperancia de las comparaciones. "Los mercados han escogido a Madrid como capital de Hispanolandia, del mismo modo que París y Milán han cedido protagonismo a Londres y Frankfurt, o que Hong Kong acepta el liderazgo asiático de Shangai", ha señalado Nueno. ¿Qué cabe hacer entonces? El profesor del IESE ofrece una estrategia cuanto menos elegante: "Especializarse; convertir a Barcelona en la capital europea del conocimiento, siguiendo el modelo de Boston en los Estados Unidos". Su diseño encaja con la existencia de centros de formación de élites -ESADE, Delegación de la Escuela de Chicago, Pompeu, Internacional, etcétera- muy implicados en la integración entre las empresas y conocimiento a través de la red.

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