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Reportaje:

NEUROLOGÍA Los sueños violentos provocan un comportamiento agresivo inconsciente

F. Javier Barroso

El 2% de las personas sufre episodios de violencia mientras duerme. Diversos trastornos del sueño motivan que estas personas amanezcan lesionadas, que anden durante la noche o que, en casos extremos, lesionen de forma grave a su pareja de cama. Las implicaciones legales de estas enfermedades son muy amplias, ya que en Estados Unidos se ha llegado a exculpar a personas que habían asesinado a sus compañeros, explica el responsable de proyectos de pruebas funcionales de la sección de neurología de la Fundación Hospital Alcorcón (FHA), Juan Antonio Pareja.

La violencia durante el sueño tiene muchos grados y puede ir desde un simple golpe en cualquier parte del cuerpo propio o del acompañante a graves lesiones tras caerse desde unas escaleras o por una ventana. Todos los síntomas suelen esclarecerse mediante el interrogatorio al paciente y la exploración médica. Un estudio poligráfico nocturno en unidades del tratamiento del sueño suele confirmar todos los extremos.Dentro de los trastornos que pueden entrañar violencia, destacan dos, en opinión de Pareja. Uno de los más importantes y conocidos es el sonambulismo, un despertar súbito en el que el individuo suele desarrollar una actividad compleja, pero sin ser consciente. Lo frecuente es sentarse en la cama y adoptar un gesto placentero. Algunas veces la situación va a más y la persona ejecuta actos más peligrosos, como andar por diferentes dependencias. En los menores, el sonambulismo se da tanto en niños como en niñas y suele tener un carácter tranquilo. En los adultos, en cambio, predomina en los varones y, en general, resulta agresivo. "Cuando el paciente es atendido en la unidad de monitorización, el sujeto aparenta estar despierto, pero el encefalograma nos da unos parámetros que demuestran que no está en vigilia. Si se ve por una cámara de infrarrojos , parece que actúa de forma normal", explica Pareja.

Un caso más complicado y menos frecuente es la conducta anómala en el sueño REM. Esta fase del sueño se da de dos a cuatro veces durante una noche y se caracteriza por una gran densidad de ensueños con movimientos oculares muy rápidos. Mientras, el resto del cuerpo permanece inmóvil. La excepción viene marcada por las personas que sufren episodios violentos en esta fase. Éstos se caracterizan por soñar escenas muy violentas, como ser víctima de una persecución o agresión, sufrir una catástrofe o resultar aplastado por maquinaria pesada. El cuerpo en lugar de permanecer inmóvil, se mueve en mayor o menor grado.

Movimientos de piernas

Algunos pacientes mueven las piernas como para intentar salir corriendo mientras que otros, en casos extremos, llegan a la agresión contra sus parejas. "Es muy fácil de detectar, porque el tono muscular en estas fases no debe existir si no existen trastornos. Si los electrodos musculares dan actividad, sabemos que hay algo que va mal", señala el neurólogo de la FHA.

El problema en estos dos casos es que los pacientes no se acuerdan de haber realizado ninguna actividad durante el sueño. Y es lógico que así sea porque han carecido de la conciencia necesaria para que el cerebro procesara esa actividad. Por eso, en caso de haber cometido un delito o haberse autolesionado, jamás se conocerían los motivos.

"El tratamiento es sencillo. Basta con administrar antes de dormir clonacepán, un sedante muy eficaz que no repercute en la actividad de la mañana siguiente, porque se da en dosis muy bajas", indica Pareja.

Existen otras muchas patologías con signos violentos durante el sueño. En general resultan leves para las personas que las sufren. Una de ellas es el movimiento rítmico durante el sueño, cuyo síntoma más típico consiste en girar la cabeza de izquierda a derecha. Puede producir lesiones por mordeduras de la lengua y carrillos.

Otro trastorno similar es el movimiento de piernas, que resulta inocuo para el paciente. Su gravedad aumenta si se acompaña de picores nocturnos. Los que lo sufren se rascan de forma involuntaria y frenética durante la noche sin ser conscientes de ello. "En algunos casos se han llegado a producir úlceras de tal profundidad que dejan a la vista los tendones. Al ser un fenómeno nocturno, los dermatólogos suelen tener problemas para diagnosticar la causa y tratarla", explica Pareja.

El despertar del tigre y otros casos más graves

Existe un grupo de trastornos que presentan síntomas de violencia, pero no mientras se duerme, sino en el periodo de vigilia que viene justo tras el último sueño. Son los denominados trastornos disociativos psicogénicos nocturnos, una denominación psiquiátrica que indica el cambio de personalidad que sufren algunas personas en los momentos que siguen al despertar.

Las situaciones que generan estos trastornos pueden ser "grotescas y anecdóticas". Se han observado casos, por ejemplo, con un despertar de tigre: los pacientes empiezan a desgarrar las sábanas con furia, según explica el neurólogo Juan Antonio Pareja, de la Fundación Hospital de Alcorcón. Pero pueden darse también otras manifestaciones de situaciones "más graves", como es el caso de los individuos que cambian su forma de actuar y se creen otras personalidades.

Estos cambios se producen por imágenes mentales que se reviven a saltos, procedentes de periodos infantiles. Pareja asegura que es una patología propia de las mujeres que han sufrido abusos sexuales en su infancia, por lo que adoptan una conducta de autoprotección y en contra de su agresor.

"Es la consecuencia de una actividad compleja durante el sueño, que se identifica de forma muy sencilla en las unidades hospitalarias. Aquí no existen tratamientos farmacológicos, sino terapias de psiquiatras muy expertos en estos asuntos. Son situaciones muy graves que pueden dar lugar a lesiones que lleguen a la muerte de la pareja o a suicidios inexplicables", matiza Juan Antonio Pareja, especialista en trastornos del sueño. Eso sí, suelen ser muy excepcionales.

Un caso más grave lo representa el llamado estrés postraumático. Cuando una persona ha vivido situaciones muy trágicas, como ocurre en un secuestro, un bombardeo o si se produce el homicidio de un familiar o amigo, el cerebro se queda con una huella psíquica que de forma periódica resucita durante el sueño.

"Este problema fue muy frecuente entre los ex combatientes de la guerra del Vietnam. Cuando sufrían un calor húmedo o escuchaban un determinado sonido, sufrían estas pesadillas y actuaban de forma muy violenta. A veces incluso pueden cambiar la personalidad, estimulados por una emergencia demasiado trágica para ellos", explica el neurólogo de la Fundación Hospital de Alcorcón.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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