Rato reclama suelo a los ayuntamientos para que se puedan instalar más gasolineras

El vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, reclamó ayer a los ayuntamientos que liberen suelo para favorecer la implantación de nuevas gasolineras, lo cual incrementaría, a su juicio,la competencia y rebajaría los precios de los carburantes. Rato volvió a insistir en que lograr el equilibrio presupuestario o superávit el año próximo es el objetivo "número uno" del Gobierno y en que España debe aprovechar la nueva economía para crecer más que el resto de los países de la Unión Europea para acercarse más a la convergencia real.

La imparable escalada del precio de los carburantes (la gasolina sin plomo ha subido 15 pesetas en lo que va de año; la súper, 20, y el gasóleo, 7) se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza del Ejecutivo. Por ello, algunas de las medidas de liberalización que tiene previsto aprobar en el transcurso de la próxima quincena tienen como objetivo frenar esa subida. Ayer, en una jornada sobre Nueva Economía organizada por el diario Abc, Unión Fenosa y Arthur Andersen, Rodrigo Rato pasó ligeramente por encima de esta cuestión y se limitó a dar alguna pista de por dónde pueden ir las reformas que plantea el Gobierno en materia de carburantes.Rato, que advirtió de que la actual estructura del mercado petrolero español es en gran parte heredado, explicó algo de lo que quiere decir cuando habla de "incentivar la instalación de nuevas gasolineras": que haya más suelo tanto en los núcleos urbanos como en las carreteras. En este punto reclamó a los ayuntamientos que liberen suelo con mayor agilidad para que nuevos operadores o grandes superficies tengan un lugar físico en el que instalar gasolineras. Y es que, según datos de 1999, en España hay 7.643 puntos de venta, lo que arroja una proporción de 0,35 por cada 1.000 vehículos. En Italia (existen muchos puntos que son surtidores o postes), es de 0,81, mientras en el Reino Unido es de 0,45; en Alemania, de 0,38; en Francia, de 0,48; en Holanda, 0,54, y en Portugal, de 0,50.

Ello comportaría un aumento de la competencia y, al menos en teoría, una reducción de los precios. Contra esto, fuentes del sector sostienen que, a más puntos de venta, aumentan los costes y redunda en mayor precio de venta. Asimismo, subrayan que son los países con el precio antes de impuestos más altos los que más puntos de venta tienen. Otra puntualización es que, desde 1992, España aumenta una media de 300 gasolineras al año, mientras en Europa se están cerrando.

En cualquier caso, el planteamiento vuelve a poner sobre la mesa un viejo duelo entre el Gobierno del PP y los ayuntamientos y las comunidades autónomas sobre cómo gestionar el suelo. Esta polémica ya le supuso un revolcón al PP en la pasada legislatura, en la que tuvo que suavizar notablemente su, en origen, ultraliberal Ley del Suelo.

Algo que sí dejó claro el vicepresidente segundo es que no se volverá al sistema de precios regulados. Según sus cálculos, si este esquema siguiera implantado, los carburantes serían entre dos y tres pesetas más caros. "Además, los precios regulados convierten a los ministros en responsables de las cuentas de resultados de las empresas, lo cual no es bueno para el interés general", remató.

Rato apenas habló sobre las medidas liberalizadoras que prepara; pero aprovechó para subrayar al nutrido grupo de empresarios que le escuchaban que el objetivo principal, casi la obsesión, es alcanzar el año próximo el equilibrio presupuestario e incluso el superávit. Para este año, espera revisar al alza la previsión de crecimiento (3,7% al 3,9%) y el Gobierno lo anunciará "cuando lo estime oportuno". Ello ha de ir acompañado por un Ejecutivo que vigile las reglas del juego, que acentúe el proceso liberalizador iniciado por el PP en la anterior legislatura y que apoye unos mercados financieros vez más ágiles.

Todo ello, insistió Rato, es fundamental para que España se sume a la nueva economía. El vicepresidente reiteró la imperiosa necesidad de tomar este tren para asegurar una etapa prolongada de crecimiento, tal y como está ocuriendo en Estados Unidos. "Un crecimiento", remarcó, "que en España debe ser más fuerte que en el resto de la Unión Europea para converger".