Premio Amelia Earhart.

Etiopía y Eritrea se debaten en una guerra, que es causa de hambre y muerte en la población. Se nos dice que aportemos dinero, que nos sensibilicemos con el dolor de los que padecen, que colaboremos con las ONG, pero no hay nadie que pare el gran negocio de armas, con enormes beneficios para los países que las fabrican.Por un lado, los países occidentales exportan artilugios de muerte a países que no tienen dinero ni para comer, pero sí para comprar tanques y misiles, y por el otro, después de proporcionarles los medios de aniquilación y muerte, les mandamos las tiritas por medio de ONG y demás organizaciones caritativas. ¿No sería más lógico que la ONU u otras organizaciones prohibieran el tráfico de armas, las guerras y toda clase de masacres que tanto dolor provocan? ¿No sería más humano que las religiones, de una vez por todas, excomulgaran las guerras y a quienes las practican apelando a la vida como derecho inalienable con tanta insistencia como cuando se trata del aborto? Si los poderes públicos no se unen en defender la vida de todos los seres humanos es porque quizás tengan intereses en el comercio de la muerte; de lo contrario, es difícil entender tanta brutalidad y sobre todo que exista la llamada Declaración de los Derechos Humanos, que más que de derechos parece de desechos, ya que, habiendo medios suficientes para que todos puedan vivir en paz, cierran los ojos ante el clamor y llanto de las víctimas.- .