La atenta mirada de la OEA

Los procesos electorales de Perú han estado bajo la atenta mirada de la Organización de Estados Americanos (OEA) desde que el presidente, Alberto Fujimori, se convirtió en un líder bajo sospecha tras el autogolpe y la disolución del Congreso en abril de 1992. La organización envió observadores al país andino a las elecciones al Congreso Constituyente (abril de 1992), municipales (febrero de 1993), referéndum para la nueva Constitución (octubre de 1993), presidenciales (abril de 1995), municipales (octubre de 1998) y las presidenciales de abril-mayo de 2000. "Mientras Fujimori esté clavado en el poder, las elecciones tendrán que realizarse con presencia de la OEA", señala Enrique Bernales, constitucionalista y relator de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.La observación electoral de la OEA se pone en marcha en la década de los noventa, a partir de una resolución aprobada en Santiago de Chile en 1991, que autoriza la adopción de acciones para el restablecimiento de la democracia allí donde esté amenazada. En las elecciones dominicanas de 1994, donde Joaquín Balaguer fue elegido en condiciones fraudulentas, recibió el plazo de un año, luego ampliado a dos, para convocar nuevas elecciones. La OEA dio el aval a las acciones en Paraguay contra el general golpista Lino Oviedo, y en Ecuador, con la destitución de Abdalá Bucaram "para preservar la continuidad constitucional". En septiembre de 1994, avaló una acción de fuerza en Haití al participar en una acción militar mixta con la ONU.

La misión de 80 observadores que encabeza el ex canciller guatemalteco Eduardo Stein ha tenido, desde su origen, más competencias y autonomía que todas las misiones precedentes de la OEA. A todo ello hay que añadir que, por primera vez, el jefe de una misión no es un funcionario de la OEA, sino un diplomático del prestigio de Eduardo Stein, que como ministro de Exteriores hasta enero pasado coronó con éxito el proceso de paz de Guatemala, que puso fin a una guerra de décadas.