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VISTALEGRE

Nubes y claros

Si el resultado de las corridas pudiera darse con los términos de un parte meteorológico, diríamos que el festejo fue de nubes y claros. Nubes grises y plomizas, con algún claro, en el toreo de capa de Curro Romero. Claros, con sol esplendoroso, en el toreo de muleta de Antoñete a su primer toro. Y nubes amenazadoras, con algunos negros nubarrones, en el manejo de la espada para matar a su segundo.Luminosos y llenos de esplendor fueron los claros en el primer toro de Chenel. Con decisión y soltura salió a recibirlo de capa y nos dejó a todos admirados con tres verónicas y media marca de la casa. El segundo lance, por el pitón derecho, fue un prodigio de mando, temple, ajuste y seguridad.

Sánchez / Antoñete, Romero; Hermoso Cuatro toros de Sánchez Arjona, de presencia y juego desigual

5º, manso. 6º, inválido. Primero, de El Torreón, manejable; 4º, de Victoriano del Río, manso, ambos despuntados para rejoneo. Antoñete: pinchazo, media y estocada corta (ovación y salida al tercio); pinchazo, media, rueda insistente de peones, tres pinchazos -primer aviso-, pinchazo, estocada corta, rueda de peones -segundo aviso- y descabello (aplausos). Curro Romero: bajonazo y cinco descabellos (silencio); pinchazo y bajonazo infame (silencio). El rejoneador Hermoso de Mendoza: rejón trasero y atravesado (ovación y salida al tercio; rejón trasero y caído (oreja). Enfermería: Antoñete sufre traumatismo y posible fisura de cúbito de pronóstico leve. Palacio Vistalegre. 23 de mayo. Un tercio de entrada.

En la faena de muleta, Antoñete se dobló por bajo con esa torería que le caracteriza. Allí olía a ese toreo de antes, que ya hemos dejado de ver, porque los diestros de ahora desconocen cómo se hace. Remató con un torerísimo trincherazo que arrancó de los tendidos un olé auténtico, también de los de antes.

La faena a este toro fue breve, pero ajustada a las condiciones de la res. Empezó con un derechazo y un desarme y luego se centró en dos tandas más con la derecha, abrochadas con pectorales. Los tres naturales y el molinete invertido con que remató aquella pequeña obra de arte fueron lo mejor de su tarea.

Su segundo enemigo fue un manso violento, al que costó colocarle los puyazos que necesitaba. Lo castigó muy bien Antonio por bajo, y al intentar el toreo con la derecha, el toro se revolvió y lo desarmó. Los nuevos intentos demostraron a quien quiso verlo el peligro de un animal que iba en busca del torero a la salida de cada muletazo. Para matarlo, un calvario. Y para más trago, se lesionó la muñeca.

Curro Romero tuvo sus claros en las verónicas de saludo al tercero de la tarde. Y sus nubes, en las dos faenas de muleta. Un pase por alto, un desarme, una espantá y un macheteo por la cara a ese tercero, bronco y violento. Unos derechazos a media altura, sin quedarse quieto, y un bajonazo en la tripa cuando advirtió que el toro no pasaba, en el sexto.

Hermoso de Mendoza toreó a caballo como él sabe hacerlo. Se lució, como es de costumbre, en el trance de las banderillas con su caballo Cagancho, con el que jugó con el toro por dentro, por fuera, de frente, de costado o a la grupa, y siempre llevando toreado al manso cuarto. Y clavó rejones y banderillas por todos los rincones del lomo de sus toros, como también es costumbre.

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