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FERIA DE SAN ISIDRO

Luguillano: "No importan las cifras, sino el sentimiento"

"Esta mañana lo he leído en un libro. No recuerdo exactamente la frase, pero decía que si uno pone todo de su parte, al final el universo se pone también de tu lado. Vamos, que el destino está escrito". Luguillano tiene ganas de hablar. Se abre paso entre una habitación atestada y desde el mismísmo baño coge el teléfono para atender a quien se tercie. Es su día, y el agua, después de lo caído, no es excusa. "Yo soy un torero de vocación y pasión. ¿Me llaman bohemio? Pues seré bohemio. Soy torero porque me gusta torear. Eso es todo".El diestro de Valladolid responde así, desinhibido, sin reparar en el motivo de la pregunta. Es torero. Llovía a cántaros, Luguillano se jugaba todo en su única presencia en San Isidro y no se amedrentó. "Cuando uno está preparado, se torea como sea. Dando distancia, con la muleta de frente y por bajo... O rompía o me cogía". Rompió y en la oreja se fue un triunfo que se antoja escaso: "Me he merecido la puerta grande. No me importa, no me preocupan las cifras. Me importa el sentimiento. Sin embargo", insiste, "me he merecido más. Soy un torero que en 10 años de alternativa sólo ha toreado 130 corridas. Necesito más".

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