Hora de cambios
La nación tuvo que asistir al bochornoso espectáculo de unos militares trasnochados que se alzaron en armas y escuchar avergonzada al presidente de la República leer con dificultades un engañoso mensaje diciendo que todo estaba bajo control, mientras los tanques avanzaban tranquilamente por la ciudad y se ubicaban frente al Congreso (...).En manos de mudos y sordos seguíamos a los tumbos, rumbo a esta nueva asonada (...). Pero todo esto no es casual, surge al amparo de un presidente pusilánime, que con la complicidad de sus socios políticos negocia descaradamente con el enemigo (...).
Los sediciosos se rindieron, gracias a la firmeza y la resolución de las fuerzas institucionalistas, pero no debemos repetir el error de callarnos. (...) Nos guste o no, éste es el presidente que la historia, con la crueldad que a veces tiene, nos endilgó. Pero no debemos permitir nunca más que siga haciendo lo que quiere, que siga jugando con el país, que siga tolerando la corrupción, de la cual ya todo el mundo dice que forma parte, junto con un entorno de parientes y amigotes sobre quienes pesan las peores sospechas. (...)
Es hora de no tener más contemplaciones con los enemigos de la democracia. Es hora de corregir rumbos y castigar a estos criminales, llámense políticos o militares, con todo el peso de la ley. Basta de tibiezas. Las autoridades deben (...) propiciar una condena firme a los oviedistas, sean parlamentarios, dirigentes de bases de capital e interior del país que nunca renegaron del prófugo. (...)
, 19 de mayo
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