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Una gran 'piscina' para vertidos

Una piscina de 210 metros de largo por 110 de ancho acogerá a lo largo de este año casi 250.000 metros cúbicos de sedimentos contaminados procedentes de cinco ríos vizcaínos que, desde diciembre, se están rehabilitando. El recinto, habilitado desde el pasado verano, se halla en una dársena del Puerto de Bilbao, pero no afectará al mar al estar protegido por paredes revestidas de tierra compacta, según comentan los responsables del Puerto. "No estamos haciendo nada para contaminar el Abra. Es un recinto totalmente seguro", añaden.La creación de la gran piscina surgió por el proyecto de regeneración medioambiental de la ría de Bilbao, presentado por el Puerto en 1998 ante la Comisión Europea. La iniciativa, presupuestada en 1.413 millones, recibió una subvención europea del 85% y comenzó a ejecutarse en diciembre pasado. Las actuaciones se centran en cinco ríos que desembocan en el Nervión -Ibaizabal, Kadagua, Asúa, Galindo y Udondo-Gobela- y consisten en mejorar los márgenes de los ríos y la retirada de sedimentos. El estudio previo de caracterización de los lechos detectó 250.000 metros cúbicos de sedimentos con presencia de metales pesados, lindane, hidrocarburos o PCBs. El informe indica que "están contaminados, pero no llegan al grado de toxicidad. Tienen unos límites admitidos de contaminación y por eso se pensó en dejarlos en el recinto", señala Fernando Revuelta, responsable del Puerto en este proyecto.

Ante ello,el informe expuso tres posibilidades. La primera era su transporte a un vertedero controlado, que es posible en el caso de los sedimentos del río Udondo-Gobela, donde sólo se sacarán 6.000 metros cúbicos. La segunda opción es el vertido en un compartimento estanco, como el creado en el Puerto. La tercera solución también se limita a un porcentaje pequeño, 1.100 metros cúbicos, existente en otro de los cauces, el Asúa, y consiste en su neutralización y confinamiento en otro lugar debido a la alta contaminación por plomo descubierta.

La dársena elegida en el Puerto existía desde hace casi 20 años, puesto que se usó para labores auxiliares en la ampliación de las instalaciones. Lo que se ha hecho es aumentar su superficie hasta 23.100 metros cuadrados, una obra que ha costado cerca de 50 millones de pesetas.

"El recinto está cerrado porque todo lo que se ha vertido está por debajo de la cota de bajamar y, desde ahí, hay una profundidad de 12 metros. No está sometido a las mareas", explica Revuelta. Añade que, debajo de la cota de bajamar, se han habilitado cuatro paredes "con tierra compacta que impiden la fuga de la fracción más fina de los materiales almacenados".

La Autoridad Portuaria garantiza la seguridad del recinto en el hecho que, una vez termine el vertido a principios del año próximo, "se dejan siete metros de profundidad que se rellenará con material inerte. Esto posibilitará cualquier edificación futura".

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