Lanònima Imperial recrea con su danza enérgica y sensual el mito de Prometeo El último montaje del grupo se estrena en Barcelona y luego viajará a Madrid

Pocos personajes tan inmóviles como Prometeo, encadenado a su roca desolada. No obstante, el titán ladrón del fuego y su mito son el punto de partida del nuevo espectáculo de la compañía catalana de danza contemporánea Lanònima Imperial, cuyo título en catalán es Litúrgia de somni i foc, con dirección artística y coreografía de Juan Carlos García. Lanònima, que estrena el jueves el montaje en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) y en junio lo hará en Madrid, recrea el mito de Prometeo con su característica danza a la vez enérgica y sensual.

Los movimientos y gestos son de enorme plasticidad, violentos y bellos. La música de Xavier Maristany y Joan Saura inunda el espacio. Emana de la escena una estimulante mezcla de racionalidad y frenesí. El bailarín chino Wei Meng Poon aparece con un taparrabos blanco y compone poses de calidad escultórica; un destello en el musculado vientre sugiere el picotazo del águila de Zeus: es un piercing en el ombligo. Acaba el ensayo, los bailarines se dirigen al Cáucaso multicolor de sus ropas, las recogen y relajan los sudorosos cuerpos. "La historia gira en torno a Prometeo", explica Juan Carlos García; "todos sabemos en qué consiste el mito. Su moraleja es que el conocimiento se consigue con dolor. Yo añado que la vida, pese a todo, merece la pena vivirla, por supuestísimo". El coreógrafo enciende un cigarrillo y continúa: "Realizamos una revisión del mito, tan visitado, desde Rubens a Beethoven, Piero di Cosimo, Mary Shelley y su Frankenstein, Gide... Mi punto de vista es muy poliédrico, un recorrido por situaciones muy diversas, de lo tierno a lo violento, de lo delicado a lo brutal. No contamos la historia de Prometeo, pero están los símbolos, las emociones. Está Prometeo, está el centauro Quirón, está el águila que come el hígado del titán. No hay textos. He dicho muchas veces que la danza no sirve para narrar desde un punto de vista literario. Presentamos imágenes muy poderosas, con la escenografía, con unos bailarines extraordinarios, con nuestro lenguaje coreográfico marcado por la fisicalidad, por una energía sensual y a la vez muy fuerte".

En el espectáculo desempeña un papel fundamental la vídeocreación del artista Lawrence Wallen, que se proyecta en una pantalla y que muestra, por ejemplo, imágenes manipuladas de creaciones plásticas sobre Prometeo.

García destaca que Lanònima, que este año tiene actuaciones programadas en México y Canadá, entre otros lugares (presentará Litúrgia de somni i foc en el festival Madrid en Danza el 3 y el 4 de junio), se ha hecho un lugar en el panorama de la danza internacional. "Nos hemos convertido incluso en una pequeña compañía de culto en algunos sitios", apunta. En casa las cosas no pintan tan bien, pese al considerable apoyo que significa coproducir con el TNC y estrenar en él. "En Cataluña se gasta mucho en infraestructuras, pero los creadores estamos desatendidos; se pone una mesa muy bonita y se descuidan los ingredientes".

Del TNC, García opina: "Está bien trabajar aquí, el único problema es que no está pensado para la danza y los suelos son muy duros, los bailarines acaban machacados".

Nueve bailarines (Pilar Alpañez, Manolo Bes, Bebeto Cidra, Stephanie Durelli, Nathalie Labiano, Fabien Menegon, Poon, Imma Rubio y Guillermo Weickert) y un músico, el trompetista Juan de Diego, actúan en la obra.