Tiempo muerto
...Que no es lo mismo que matar el tiempo. Paradójicamente, el tiempo muerto es un tiempo pleno de actividad, un tiempo que permite la continuación de la historia cambiando lo necesario para evitar, cuando es necesario, el continuismo, que acaba siempre por agotar las posibilidades de la realidad. Nada hay más falso que considerar la petición de tiempo muerto como una demanda de suspensión de la historia. Yo pido tiempo muerto a todos los dirigentes políticos, analistas y comunicadores. Lo pido porque entre todos estamos matando el tiempo social necesario para afrontar la peor situación que jamás ha vivido nuestro País Vasco.He vuelto a escuchar que ETA y su entorno difuso no actúan contra los nacionalistas vascos, que sus víctimas se cuentan exclusivamente entre los no nacionalistas. Es muy cierto. Pero esta constatación, que debería exigir de todos, y en particular de los nacionalistas, un profundo ejercicio de solidaridad práctica, de empatía profunda, sirve de muy poco para analizar y para hacer la política vasca. ¿O es que el asesinato de políticos nacionalistas convertiría en acertado el Acuerdo de Lizarra? ¿O es que la perversa negativa a secundar las convocatorias institucionales contra la violencia se ve legitimada por el hecho de que la banda terrorista asesine a no nacionalistas? He escuchado también (lo decía alguien a quien personalmente aprecio) que los librepensadores en este país están sólo entre quienes apoyan las tesis de las llamadas fuerzas constitucionalistas justo el mismo día en que el presidente Aznar se despeñaba por las grietas del anticonstitucionalismo al cuestionar la legitimidad democrática de las instituciones vascas. También he escuchado a un excelente analista de los riesgos del nacionalismo político afirmar que si el PNV vuelve a ganar unas elecciones centenares de personas como él deberían abandonar el País Vasco. Hemos visto carteles con la leyenda "ETA dispara a quienes Arzalluz calumnia. Egibar y Anasagasti apuntan". ¡Tiempo!
Los mismos que aplauden la independencia de criterio de Joseba Arregi, José Ángel Cuerda o Emilio Guevara ridiculizan a Odón Elorza por hacer exactamente lo mismo que los anteriores: decidir en conciencia que hay llamamientos valiosos en sí mismos, sin importar quién los haga. Desde el propio PSE se ha llegado a la ignominia de dar a entender que las recientes declaraciones del alcalde de San Sebastián a favor de un diálogo con el PNV son la reacción timorata de alguien que intenta ponerse a cubierto de las agresiones y amenazas que están sufriendo los partidos y las organizaciones no nacionalistas. Es verdad que desde el PNV se actúa igual (la balanza, siempre la balanza), aplaudiendo al que discrepa en la otra orilla, cuidando con mimo a personajes cada vez más vacuos y cargantes presentes a todas horas en la radio pública vasca, mientras se ningunea a los discrepantes de su propia casa. Pero me preocupa sobremanera la estrategia de siembra de vientos en la que se han enrocado las fuerzas no nacionalistas, aplaudida por analistas que, surgidos de la nada, están alcanzando las más altas cotas de la miseria y que alimentan una creciente espiral de ruido, una subasta en la que se compite por ver quién eleva más el tono de la crítica, despreocupándose de cuál sea el fondo de la misma. Me preocupa esta actitud de las fuerzas no nacionalistas precisamente porque aspiran a la alternancia en el poder en el País Vasco. El PP, con especial virulencia, y el PSE, con una fidelidad digna de mejor causa, han decidido que no van a dialogar con el PNV (ni siquiera si éste abandona Lizarra) ni van a manifestarse contra ETA junto a Juan José Ibarretxe. ¿Qué ocurrirá cuando en Ajuria Enea se instale un lehendakari no nacionalista?
Yo ruego a quien corresponda que decrete un tiempo muerto. Un tiempo muerto que nos permita despegarnos de tantos meses de enfangamiento. Pues lo que estamos haciendo desde hace más de un año es matar el tiempo, que es matar la vida, que es matar la esperanza, que es, en fin, matar la historia y sus posibilidades.
Imanol Zubero es sociólogo y cofundador de Gesto por la Paz.
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