La manifestación del 'conflicto'
EDUARDO URIARTE ROMERO
La forma que tiene ETA de ratificar la existencia de un supuesto "conflicto político" entre Euskal Herria y los estados español y francés es asesinando a un columnista de prensa, acreditado militante antifranquista, un domingo por la mañana cuando vuelve de comprar los periódicos. A través de esta injusticia, de esta aberración, de este horror, podrán al día siguiente los dirigentes políticos del nacionalismo moderado confirmar que existe en Euskadi un "conflicto político" y que hay que negociar, y que por eso mantenerse en el Pacto de Estella es bueno.
Es muy difícil en estas circunstancias observar con claridad la situación que atravesamos. Pesa demasiado el recuerdo de la imagen sonriente -la sonrisa revolucionaria- del hombre que nos han arrebatado en un país donde los ceñudos matan a los que sonríen. Es muy difícil hacer un análisis frío y racional cada vez que los asesinos nos recuerdan la existencia del "conflicto" a través de la única manera que tienen de recordarlo, la muerte. Pero es necesario un esfuerzo más.
Si esa, la muerte de López de Lacalle, es la manifestación del "conflicto político", ¿con qué conflicto se pide la negociación, con qué parte del conflicto se pide que se negocie; y de paso, ¿qué nivel de dignificación y legitimación se le otorga a esa parte cada vez que se habla de conflicto y de negociación? Y no digo que no se intente negociar, lo que ruego es que en la legitimación del conflicto y de la negociación no se favorezca el asesinato de inocentes. Mirad que era un hombre justo el que yace en el suelo para demostrar la existencia del conflicto.
La primera observación que se me ocurre al contemplar lo sucedido es que esto no es un conflicto, que esto es una aberración. Una aberración declamada por cada irresponsable que legitima todo esto cada vez que dice compartir, aunque no los medios, sí los objetivos y metas finales de la organización terrorista.
No politiza ETA la situación con los asesinatos, lo politiza el PNV cuando dice compartir objetivos y metas con la organización terrorista, aunque no sus métodos. La fama democrática de la que hace gala el partido de Xabier Arzalluz, y de la que día a día se duda más, es realmente la causa de que se llame "conflicto político" a esta aberración que asesina a personas como José Luis López de Lacalle.
Fíjense ustedes, además, que los atentados van contra demócratas de toda la vida. Y los demócratas antifranquistas de toda la vida se sienten en la recién proclamada Euskal Herria en Estella en una situación de indefensión absoluta. No fundamentalmente por estos recientes atentados, que desgraciadamente están ahí y se vienen produciendo desde hace mucho tiempo; es, sobre todo, porque los partidos que sustentan el Gobierno vasco siguen en el Pacto de Estella hablando de "conflicto", un conflicto ratificado por la aportación como prueba del cadáver de López de Lacalle y del que necesitan para sacar adelante su estrategia de la soberanía vasca.
El que estén ahí los partidos del Gobierno vasco hablando con el mismo lenguaje, la misma lógica y de las mismas metas con los que creen en la utilidad de la violencia ejerce más terror sobre los no nacionalistas que los mismos asesinatos.
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