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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prioritario Marruecos

Que el primer viaje al extranjero de Aznar tras su investidura como presidente del Gobierno haya sido a Marruecos refleja no ya una tradición, sino la importancia estratégica de estas relaciones bilaterales, ampliadas a través de la UE, especialmente en unos momentos de difícil transición en el país vecino. Tras el impulso inicial que siguió a la llegada al trono del joven Mohamed VI, se aprecia un cierto estancamiento y dificultades derivadas de las tensiones entre los poderes fácticos más tradicionalistas y los modernizadores. España debe aportar todo el apoyo posible a ese proceso de cambio.Entre Madrid y Rabat, por encima de los intercambios comerciales, de la pesca española en aguas marroquíes o del contencioso sobre Ceuta y Melilla, se sitúa ahora el problema de la inmigración, cada vez más descontrolada, y en el que Marruecos actúa a la vez como territorio de origen y de paso, incluso aprovechando las plazas españolas norteafricanas, como ha señalado -aunque le moleste a la parte española- el primer ministro marroquí, Abderramán Yusufi.

Es bueno que en público se expresen las diferencias y haya auténtico diálogo y cooperación. La ordenación de la inmigración requiere la colaboración entre ambos Estados. A Rabat debe interesarle también evitar la explotación de los inmigrantes ilegales y proteger a los legales, casi tan numerosos como los primeros en el caso marroquí. Sin duda, estamos ante un problema "duro", "difícil" y que no tiene una "solución rápida", en palabras de Aznar. Por ello tampoco conviene que el Gobierno se precipite a cambiar a toda prisa la Ley de Extranjería, pues ello no supondría de modo automático la llegada de menos inmigrantes, sino que los legales quedarán más desprovistos de derechos.

No es sólo cuestión de medidas policiales, sino de potenciar el desarrollo de Marruecos y los países africanos. Lo que se denomina codesarrollo. Mientras prosigan las gigantescas diferencias económicas habrá emigración. El Programa de Acción Integrado para el Desarrollo y Ordenamiento de la Región Mediterránea de Marruecos (PAIDAR) es un paso correcto en esa dirección, así como la ayuda para impulsar la economía del norte del país. Pero asegurar ese desarrollo que necesita el Norte de África requerirá más ayuda, más inversiones y más aperturas de mercados desde el norte.

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