Riqueza lingüística

Le escribo en relación a la carta de don Arturo de la Fuente, de Luxemburgo, titulada Diversidad lingüística y publicada el 18 de abril, en donde expresa su desacuerdo con la utilización del catalán, gallego y vasco en el Senado, proponiendo como base argumental su particular experiencia en el ámbito comunitario. Las actividades en instituciones de la Unión Europea requieren sin duda flexibilidad en materia lingüística. Efectivamente, en las reuniones de trabajo se suele utilizar una, dos o hasta tres lenguas vehiculares, hecho que no debe implicar necesariamente renuncia cultural alguna, pero cuyo consenso lingüístico no siempre es un camino de rosas. Sin embargo, en foros y reuniones de más alto nivel se utilizan las 11 lenguas oficiales comunitarias.Creo que la cuestión no es estar orgulloso de la propia lengua materna como se indica en la carta referenciada, sino reconocer que cada mortal tiene la propia -ni más ni menos importante que las demás- y el derecho a usarla, como afortunadamente ya ocurre hoy día en España. En este sentido, celebro que nuestra riqueza lingüística se refleje también en el Senado de forma consubstancial con la oficialidad constitucional del catalán, gallego y vasco. ¿En dónde si no mejor que en la verdadera Cámara de representación territorial que el Senado aspira a ser?

Considero que no hace falta salir de España ni vivir en Luxemburgo o Bruselas para descubrir sociedades bilingües como las nuestras. También debiera estar de más a estas alturas tener que recordar que el uso de dichas lenguas no es un atavismo y que obedece a la realidad cotidiana de varios millones de ciudadanos españoles.- . .