Fangoria: Siempre con clase

Con el permiso de Alaska y Nacho -ellos lo entenderán-, hay que comenzar hablando aquí de Chico y Chica, inmensa pareja capaz de fagocitar convenientemente a Pet Shop Boys y Dinarama y aportar unas letras llenas de ironía y adherencia comercial. Son tremendamente graciosos, simpáticos, entretenidos y las compañías discográficas están perdiendo un tiempo precioso no recogiendo en CD las bailables aventuras de estos bilbaínos que pueden llegar muy lejos en popularidad y ventas. La culpa la tienen canciones como Lo que tenemos que hacer, esa dedicatoria a Marinieves Vaquerizo -vaya usted a saber quién es-, en su calidad de odiosa ex amiga, o Supervaga, todo un himno a la indolencia intrascendente y petarda. La propia Olvido, en un gesto que la distingue , reconoció el buen hacer del dúo telonero antes de arrancarse en un rito que, no por visto, es menos y interesante y divertido. Con la formación de cuarteto habitual en sus últimas presentaciones en vivo y sin disco nuevo en el mercado, Alaska, Nacho Canut, el guitarrista Chris Koo y el vocalista Rafa Spunky dieron rienda suelta a una versión francamente más bailable y menos fría o ambient de su música que en sus últimas apariciones. Las versiones de los viejos temas del grupo, a la luz de nuevos samplings, adquirieron un componente rítmico irresistible, haciendo que al instante el público que llenó la sala echara sus pies a moverse y sus cuerpos adquirieran el sinuoso glamour de las disco queens.Aparte de repasar con esmero composiciones como Hagamos algo superficial y vulgar o El glamour de la locura, el grupo aprovechó para probar en directo dos nuevas composiciones: Un astronauta perdido en el espacio y Soy tu destino. Fangoria demuestra así que su propuesta tiene vida, continuidad y cuenta con un enorme respaldo.