Terapia 'marxista' contra el cáncer
Descendientes de cómicos clásicos apoyan un proyecto para definir las propiedades curativas de la risa
Películas como Una noche en la ópera, de los hermanos Marx; Tiempos modernos, de Charlie Chaplin; El maquinista de la General, de Buster Keaton, o Los presidiarios, de Stan Laurel y Oliver Hardy, el Gordo y el Flaco, se pueden convertir pronto en parte imprescindible del botiquín de los hospitales oncológicos. Un grupo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha iniciado un estudio de cinco años de duración con el que pretenden determinar las propiedades curativas que en los últimos años se sospecha que tiene la risa.A la hora de buscar apoyo económico para el estudio, los investigadores de la UCLA tuvieron la buena idea de acudir a los profesionales del humor, que han respondido con verdadero entusiasmo. Entre otros, el proyecto cuenta con el apoyo de Christopher y Josephine Chaplin, hijos de Charlie Chaplin; Chris Costello, hija de Lou Costello; Melissa Talmadge Cox, nieta de Buster Keaton; el productor Ronald Fields, nieto de W. C. Fields, y el compositor Bill Marx, hijo de Harpo Marx. Y no sólo descendientes de los grandes actores, sino también profesionales como Madelyn Pugh Davis y Robert Carroll, guionistas de la popular serie televisiva de los años cincuenta I love Lucy -posiblemente, el clásico de humor más popular en Estados Unidos, que protagonizaba Lucille Ball-, se han unido al grupo. Además, la cadena de televisión especializada en humor Comedy Central ha aportado 75.000 dólares para financiar las investigaciones. "El apoyo de las familias de los gigantes de la comedia es de lo más gratificante", dijo Sherry Dunay Hilber, directora del proyecto. En el consejo del proyecto se encuentran también personalidades del mundo del espectáculo como el presidente de la Academia de Televisión, Artes y Ciencias de EE UU, Jim Chabin; el presidente del gremio de directores de cine, Jack Shea, y el vicepresidente del gremio de guionistas y escritores, Daniel Petrie, según informa Efe.
El estudio se lleva a cabo en tres centros hospitalarios de la Universidad y tiene el galáctico nombre de Rx laughter (Receta risa). Al final, los científicos podrán decir si ver un camarote de seis metros cuadrados con 15 personas dentro y a Groucho Marx diciéndole a la chica de la limpieza que "empiece por el techo", además de hacer llorar de risa a varias generaciones, también es un sano ejercicio para recuperarnos de todo tipo de patologías.
El estudio del humor como medio para mantener o recuperar la salud empezó a cobrar fuerza a finales de la década pasada, como parte de las investigaciones sobre lo que se ha llamado psiconeuroinmunología; es decir, la manera por la cual las emociones influyen en el sistema inmunológico de las personas. Se ha comprobado que emociones como la ira, el miedo o la soledad tienen un efecto inmunodepresivo, de manera que el organismo de las personas enfermas que se encuentran en esa situación emocional se defiende peor contra las enfermedades y no lucha para recuperarse. En el caso opuesto, la risa, al tiempo que hace olvidar el dolor o el miedo, hace desaparecer su efecto inmunodepresivo y pone al organismo a trabajar con más energías contra la enfermedad.
Pero la risa no sólo es buena para el sistema inmunológico, sino que también beneficia directamente al corazón. De acuerdo con el psiquiatra de la Universidad de Stanford William F. Fry, reírse unas 100 veces al día puede llegar a tener los mismos efectos cardiovasculares que hacer ejercicios de remo durante 10 minutos. Con esos precedentes, los científicos del proyecto Rx laughter creen que las películas de risa son algo más que un entretenimiento y quieren estudiar los efectos en los pacientes que tienen más facilidad para reír: los niños.
Fuentes del proyecto explican que, si consiguen demostrar el mecanismo biológico por el que la risa influye en la recuperación de los pacientes, van a proponer seriamente la inclusión de comedias clásicas del cine y la televisión como parte del tratamiento de los niños y adultos enfermos de cáncer que están siendo sometidos a la agresiva quimioterapia.
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