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Ibrahim Ferrer recorre Europa con sus boleros y la banda Buena Vista El cantante cubano presenta su primer disco junto a Rubén González

Su piel es África pura, pero tiene sangre china (se le ve en los ojos), francesa (en la elegancia) y española (el apellido y la lengua). Ibrahim Ferrer, cantante desde los 13 años, ha alcanzado el éxito a los 73 años. Le parece regular: "Lo más malo que hay en la vida es coger fama: produce envidia, caes abajo en un minuto y tienes achaques". Pese a todo, Ferrer va a recorrer Europa y cuatro ciudades españolas con su primer disco en solitario.

Buena Vista Social Club presenta a Ibrahim Ferrer. Este es el título del disco, cuyo anagrama llevan zurzido en sus chupas vaqueras los 16 miembros de la banda que acompaña a Ferrer, incluido el genial pianista Rubén González. Ferrer, un tipo encantador y sencillo, dedica el álbum a su esposa, Caridad, y a sus siete hijos, 13 nietos y cinco bisnietos. Y a Ry Cooder, productor del disco del debú en solitario (grabó años atrás, pero los discos no se distribuyeron) de este cantante sutil, capaz de enamorar con su voz queda, cargada de sensuales sugerencias santiagueras.

Lo demuestra en 52 minutos extraordinarios, en canciones como Canta Marieta (con la guitarra de Eliades Ochoa); el afro/son Bruca Maniguá; los sones Mami me gustó o Qué bueno baila usted, o los bolerazos Herido de sombras, Nuestra última cita, Aquellos ojos verdes o Silencio (con Omara Portuondo).

"Antes hice muchos números movidos, , era mi especialidad, pero se ve que la edad me arrastra hacia el bolero".

Ibrahim se había jubilado en 1994: "Ya estaba limpiando zapatos para pagarme el trago y el puro y completar la pensión de 350 pesos mensuales que me quedó, cuando vinieron a buscarme para Buena Vista". Luego, esa fabulosa mina de talento y de dinero ha metido a Ferrer (y a otros olvidados, como Rubén González, Compay, Eliades Ochoa u Omara Portuondo) en la senda del éxito mundial.

Ferrer dice que siempre tuvo esperanzas de que esto llegara. "Pero no me dejaron. Decían que no valía. Ahora espero que el destino no sea cruel y me deje demostrar más todavía. Aunque no sé, chico, esto de la fama es lo peor. O yo soy bruto y no entiendo esta acogida".

Todo empezó hace casi 60 años, en 1941, cuando Ferrer se quedó "huérfano de mamá" y tuvo que lanzarse "a buscarse la vida". Había nacido en un baile -"bueno, nací en mi casa, pero empecé a nacer en una fiesta: mi madre era muy bailadora"-, y decidió subirse al escenario una Nochevieja con "un sextetico": Los jóvenes del son. "Luego vinieron muchos más. Jóvenes Unidos, el Conjunto Wilson, La Maravilla de Beltrán, el grupo de Pacho Alonso, Mariano Mercerón, Beny Moré, los Lobocucos... Hasta que me cansé".

Tras 53 años cantando para auditorios cubanos -"fuimos una vez a París y a la Unión Soviética: era la crisis de Octubre y nos alistaron en el Ejército Rojo"-, después de trabajar 15 días como albañil en la construcción del hotel Habana Libre y otros 15 en el Túnel de La Habana, Ferrer acaba de recorrer Estados Unidos cantando -"fue muy bien, tienen deseos de que volvamos"-, y está a punto de recorrer Europa: Portugal, Francia, Inglaterra -Royal Albert Hall-, Italia, Alemania y Suiza.

La gira arranca mañana, en A Coruña, y pasará por teatros de hasta 6.000 localidades (a 5.000 pesetas cada una). En España hará, en esta primera fase, tres conciertos más: Madrid (el viernes), Murcia (el 29 de mayo) y Málaga (el 30); y volverá en julio, el 24 a Huesca y el 26 a Barcelona.

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