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Schröder se mantendrá en el centro para ganar las elecciones de 2002

Pilar Bonet

La recuperación política de la Unión Cristiana Democrática de Alemania (CDU) obliga a Gerhard Schröder a ser más activo en sus esfuerzos por "modernizar" el Partido Socialdemócrata (SPD) alemán, una vetusta fuerza política de 137 años de edad. El éxito de Angela Merkel, la nueva presidenta de la CDU, que le ha adelantado en las encuestas y goza de gran popularidad en los medios de comunicación, obliga también al dirigente alemán a cuidar mejor de su propia imagen, aquella que le ayudó a ganar en las elecciones de 1998.

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El fin último del canciller y presidente del SPD es disfrutar de una segunda legislatura (tras las elecciones de 2002), sin dejar que la oposición le arrebate el espacio de centro que ha ocupado. La comodidad de Schröder en el poder durante los últimos meses ha sido posible en parte gracias a la herencia de Helmut Kohl y en parte gracias a la política de austeridad y descenso de la presión fiscal del ministro de Finanzas, Hans Eichel, que se está ganando el respeto del empresariado alemán.Mientras la atención pública estaba fijada en las convulsiones internas de la CDU, Schröder no se mostraba particularmente activo en su intento de persuadir al SPD y a los poderosos sindicatos alemanes de que acepten redefinir el concepto de "justicia social", revisen a la baja el papel del Estado en la protección social y se despidan del pleno empleo clásico.

El programa que Schröder bautizó como nuevo centro es el equivalente germano a la tercera vía británica y supone, en la práctica, despedirse de buena parte del modelo de Economía Social de Mercado, la base del capitalismo renano, creado por el ministro de Economía Ludwig Erhard en 1949.

Tras la mala acogida que el SPD dispensó al manifiesto conjunto con Tony Blair (redactado en un escueto estilo de corte anglosajón), Schröder cambió de táctica y, en lugar de subrayar sus afinidades anglosajonas, pasó a buscar la justificación de un modelo más liberal en las tradiciones de la socialdemocracia alemana y en ejemplos europeos más diversificados. Este proceso, conjuntamente con la puesta en marcha de un nuevo programa del SPD (cuyo documento básico actual data de antes de la reunificación), discurría con morosidad. Hasta hace poco, nadie tenía prisa. La CDU trabajaba para el SPD, el ala izquierda de este partido se había debilitado y Schröder había perdido el miedo a la influencia desestabilizadora "a distancia" del ex presidente del SPD Oskar Lafontaine, la figura capaz de articular a los sectores socialdemócratas tradicionales.

El ejemplo renovador de la CDU ha cambiado las cosas y está forzando a Schröder a sacar a la calle la discusión interna o a organizarla donde no la había.

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En un reciente artículo en la revista téorica Die Neue Gesellschaft-Frankfurter Hefte, el canciller ha dado un impulso a la discusión que, dentro de pocas semanas, reanudará con el presidente norteamericano Bill Clinton, el brasileño Fernando Cardoso y otros políticos de centro izquierda que ya se reunieron en noviembre en Florencia.

La justicia social en la "sociedad del saber y la información" significa sobre todo la creación de una igualdad de oportunidades, argumenta el canciller en el artículo. Un Estado fuerte y digno de confianza no es "un Estado omnipresente" que se dedica a la redistribución de la justicia social, sino un "Estado activo y capaz de activar", que "garantice la fuerza del derecho y el mantenimiento de las reglas de la competencia social", dice.

Papel del Estado

La socialdemocracia no debe identificarse necesariamente con un incremento del papel del Estado. "La lucha por la autodeterminación es un elemento constituyente del movimiento obrero alemán", dice Schröder.

Y recuerda que Otto von Bismarck creó las bases del Estado social alemán en el siglo XIX para poder luchar mejor contra la socialdemocracia, que originalmente trataba a toda costa de conservar la autonomía de las cajas de ayuda obrera.

Schröder se ha movilizado. Esta semana, el canciller se reúne con los corresponsales internacionales y el SPD abre un debate sobre la "justicia social".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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