Desintoxicar el campo
El abuso de abonos químicos ricos en cobre y fósforo ha erradicado de las áreas de cultivo valencianas la presencia de las micorrizas, un grupo de hongos que crecen asociados a las raíces de las plantas y que las preservan de la escasez de agua y también de las enfermedades. Son valiosas para cultivos asentados en suelos pobres en nutrientes o afectados por virosis, lo que explica su importancia en cualquier investigación relacionada con la agricultura ecológica e integrada. Un total de 740 analíticas realizadas en cultivos convencionales y ecológicos realizados en la Comunidad confirman la ausencia de estos hongos, cuyos beneficios se conocen desde hace siglos. "En ocasiones, la tierra tiene tanto cobre que presenta un tono azulado y los niveles de fósforo son tan elevados que que en muchos sitios hay reserva suficiente para los próximos 20 años", explica Vicente Borrás, profesor de la Escuela de Capataces Agrícolas de Catarroja de la Diputación de Valencia.
Este profesor ha iniciado, ayudado por un equipo de cinco becarios, una línea de investigación aplicada para devolver las micorrizas al campo valenciano y aprovechar sus efectos sobre las plantas. "En un suelo poblado de estos hongos las plantas nunca pasan sed y es más difícil que padezcan enfermedades", subraya el investigador.
Las dunas del Parque Natural de El Saler son, probablemente, una de las pocas reservas de micorrizas que existen en la Comunidad. Las pruebas realizadas en este paraje mediterráneo evidencian que todas las plantas que crecen en aquel entorno están micorrizadas, "y si no lo estuvieran, no aguantarían en un clima tan adverso", argumenta el profesor. Las micorrizas multiplican "por un montón de veces", dice Borrás, la captación de agua de las plantas. Esta facilidad de absorción se vuelve en su contra cuando el hongo interacciona con los abonos fosfatados. "Las micorrizas no soportan semejante concentración de fósforo y desaparecen", setencia.
Borrás y su equipo han puesto en marcha una serie de ensayos que consisten en inocular las micorrizas en cultivos como naranjos, cebollas o melones y los resultados han sido sorprendentes. Los rendimientos mejoran, en algunos casos, en cerca del 150%, recalca Borrás, cuya prioridad es generalizar el uso de este hongo en los campos de cultivo valencianos, castigados por la agricultura intensiva.
Universidades como la de Granada o Murcia lideran en España la investigación básica sobre las micorrizas, que antes que en los cultivos se han aplicado en actuaciones de repoblación forestal. Pero a Borrás le preocupa su aplicación inmediata en los cultivos agrícolas, de ahí su interés por divulgar entre los agricultores la forma incluso de que produzcan el inóculo micorrítico.
"Se puede hacer de dos maneras: la creación de viveros especializados en cultivos de plantas que lleven ya asociado el hongo en sus raíces; o producirlo sin necesidad de comprarlo", detalla el director de investigación. Según Borrás, no existen en España centros especializados en la comercialización de micorrizas, pero sí existen en Francia.
Para que las micorrizas vuelvan a poblar las zonas de cultivo valencianas sería preciso un proceso previo de desintoxicación que el propio profesor reconoce complicado de partida. "En tres años se puede conseguir, sin embargo", reitera. La plantación de herbáceos -la alfalfa, por ejemplo- en huertos saturados de fósforo convierte esta sustancia en orgánica y, por tanto, asimilable. También sería preciso volver a utilizar el estiércol para nutrir los campos de cultivo y, ante todo, evitar los fungicidas siempre que sea posible. "Existe una cierta tendencia a abusar de estas sustancias, que muchas veces no son necesarias", lamenta el investigador.
La Escuela de Capataces Agrícolas de Catarroja se creó en el año 1956 y desde entonces se ha especializado tanto en cuestiones agrícolas como medioambientales. En la actualidad están matriculados en este centro alrededor de 250 alumnos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.