El arte de "crear" sonido

Hace ocho años que por iniciativa de Claudio Abbado se fundó en Viena la Gustav Mahler Jugendorchester, hoy situada en cabeza de las agrupaciones sinfónicas juveniles de Europa. En su visita a España, con Seiji Ozawa al frente y el violinista alemán Christian Tetzlaff (Hamburgo, 1966), para participar en Madrid en la serie conmemorativa del trigésimo aniversario de Ibermúsica, interpretan el Concierto en re mayor, op. 61, de Beethoven, y Ein Heldenleben (Una vida de héroe), op. 40, de Richard Strauss. Dos obras maestras y fundamentales en su respectivo género, principalmente por la originalidad, la grandeza y la singular belleza que derraman sobre las audiencias del mundo entero.La gran plantilla de la Joven Orquesta Mahler, formada por instrumentistas europeos menores de 26 años, toca con rara perfección sonora y ejemplar disciplina y también con una voluntad de "crear" sonido realmente fuera de serie. Si a ello añadimos el entusiasmo de los "años verdes", la experiencia resulta fascinante. Como lo es el pensar, por una vez al menos, que España es y está en Europa porque algunos instrumentistas nuestros forman en la Gustav Mahler, como la flautista Julia Gallego, el oboísta Juan Manuel González o el trompa José García Sevilla.

Seiji Ozawa (Manchuria, 1935) se impone, entre muchas otras razones, por un entusiasmo contagioso, una claridad desentrañadora de las más complejas texturas (siempre escuchamos algo que nos sorprende con Ozawa) y la sabia continuidad de un sonido sinfónico que se me antoja el más relevante y persistente homenaje al gran director que fue Mahler. El Concierto... de Beethoven tuvo un hondo y admirable protagonista en Christian Tetzlaff, cuyo virtuosismo es tan alto como la contabilidad de su expresión sensible, íntima, poética y, a la vez, brillantísima. El triunfo fue absoluto y entusiasta, y la impostación del solista en el conjunto, digna de una batuta como la del maestro japonés Ozawa.

En la auténtica y, por lo mismo, espectacular versión de Una vida de héroe, expuesta con magnificencia y transparencia, conocimos la inusitada calidad del concertino Renaud Capuçson. Las aclamaciones al director, sus versiones, sus solistas e instrumentistas alcanzaron en el Auditorio Nacional una fogosa temperatura.