La nueva generación 'crack' de narrativa mexicana irrumpe en el panorama europeo
El revuelo causado por el éxito de los jóvenes novelistas Jorge Volpi e Ignacio Padilla (con más resonancia en España que en México) se contempla por algunos críticos como la posible cabeza de una nueva generación de narrativa mexicana. Antes deberá pasar la prueba del tiempo para establecer quiénes son autores con futuro y quiénes son sólo ganadores de premios y de un éxito efímero de librerías. Pero, con su irrupción en el mercado mexicano y europeo, Volpi, con En busca de Klingsor, y Padilla, con Amphitryon, dan pie a pensar en una nueva generación de narradores.
Para el crítico literario y profesor universitario José Felipe Coria, de alguna forma estos escritores son una nueva generación por su edad y por los temas que eligen. "Sin embargo, están renunciando a ser mexicanos, ya no podemos considerarlos autores mexicanos porque ni su tema ni su tratamiento se remiten a México", dice.El hecho de que estos autores puedan ser la raíz de una nueva generación, coinciden algunos intelectuales como el poeta, crítico y editor Ernesto Lumbreras. "Hay algo que pueden aportar, pero también hay que tener todas las reservas sobre la eficacia de este esplendoroso presente. Los premios de Padilla (Primavera de Espasa Calpe) y de Volpi (Biblioteca Breve Seix Barral) tienen el aura del presente, que tendrá que confirmarse a lo largo de cinco o diez años. Porque actualmente, el mercado y la industria editorial españoles tienen bastantes premios de éxito", dice Lumbreras.
Este crítico y poeta añade que quizá exista entre los sellos editoriales españoles interés no sólo por estos escritores mexicanos, "sino por todos aquellos latinoamericanos que pertenecen a una generación nacida en los cuarenta o después de los cincuenta, que está pagando el purgatorio del boom latinoamericano". Lumbreras considera que, afortunadamente, esta generación de menores de 40 años no tuvo esa presión. "Supo darle la vuelta y se ubicó en una tradición más vasta que la literatura latinoamericana creada por esos monstruos del boom", añade.
Novedad
En el caso de Volpi y Padilla, entre los que hay correspondencia y amistad, se puede decir que también existe una literatura cómplice, más allá del manifiesto de la generación del crack, opina Lumbreras. "No sé en qué medida se queda en un nivel anecdótico que hayan residido en España y asimilado su gusto editorial o en el peor de los casos adaptarse, lo cual implicaría que fueron muy vulnerables a a ese gusto", comenta Lumbreras.
Tanto la temática como el contexto donde se desenvuelven las obras de Volpi son distintos a los de la generación anterior, que se ambientaban en Latinoamérica. "Los escritores que reciben atención en Europa, especialmente en España, se han propuesto escribir la obra maestra. Pero no hay que olvidar que existen otros escritores que no interesan al mercado que cuentan con una obra destacada, como Arturo Ramos", puntualiza el crítico.
Para la poeta y profesora del Instituto de Cultura de Ciudad de México, Rocío González, existe de hecho una nueva generación de narradores, "pero siempre ha habido buenos narradores mexicanos. Esta nueva generación no solamente incluye a la generación del crack. Los jóvenes escritores han estado preocupados por romper con la literatura mexicana tradicional, como los herederos de Rulfo o de Azuela o de la narrativa muy específicamente nacionalista de los indios y el campo. Es una nueva narrativa que pone el acento en el ejercicio de la escritura, de la palabra. Creo que ésta es la novedad en la literatura mexicana, que a mí me parece, por una parte, excelente que sea así".
Según la profesora, los integrantes de la generación del crack dicen de sí mismos que no leen narrativa mexicana para no contaminarse de estos tópicos. "Pero no sé si de alguna manera llevan inoculado su ser mexicano, aunque presenten una clara intención de beber en otras literaturas, en otras temáticas desde puntos de vista muy diferentes a los que se habían intentado en la literatura mexicana. Creo que esto está bien, pero lleva ímplicito un riesgo".
Rocío González afirma que hay otros narradores con discursos distintos, con obra muy valiosa, "que a lo mejor no están tan presentes en el mercado internacional, sobre todo en el hispano. Voces muy valiosas de jóvenes narradores, como Ángel Palau (también del crack), Álvaro Enrriguez y Gonzalo Vélez, Joaquín Mortiz o Susana Pagano".
José Felipe Coria advierte que los temas elegidos por Volpi y Padilla son europeos. "Ya no notamos que sea un novelista mexicano que le está hablando al público mexicano, muchos de los temas son como una nostalgia del ser europeo. Su forma de concebir la novela no es como una experiencia personal, sino como una opción sin pasado. Les importa más la técnica literaria que llegar a impactar o tratar de encontrar una voz personal. Lo grave es la impersonalidad con que se puede llegar a escribir. Su obra pudo haber sido creada en Europa, Suramérica o cualquier parte", concluye el crítico literario.
Lejos del realismo mágico
Ante grandes y consagrados narradores como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y Mariano Azuela, nacidos antes de los cincuenta, los treintañeros Volpi y Padilla son ahora los literatos rompedores que entran en un espacio dominado por nombres como Ángeles Mastreta, Luis Villoro, Luis Zapata y Laura Esquivel.Jorge Volpi e Ignacio Padilla comparten no sólo amistad, lugar de nacimiento (México) y fecha, 1968. Los dos se formaron en España, en Salamanca. El primero se decantó por las leyes y humanidades; el segundo, por la literatura y la docencia.
Y a los dos les quieren los premios. Pero sus obras -La catedral de los ahogados y Las tormentas del mar embotellado, de Padilla, o Días de ira y La paz de los sepulcros, de Volpi- se alejan en su mayoría de México para centrarse en Europa, con especial querencia por la época nazi. Amphitryon (Espasa Calpe), de Padilla, una novela sobre el problema de las identidades, centra su mirada en Centroeropa porque, según el autor, esa zona conduce al origen de los dramas nacionalistas. Y como telón de fondo el trágico destino de miles de seres a manos de los nazis.
En busca de Klingsor (Seix Barral), de Volpi, cuyos derechos han sido comprados en EE UU, Reino Unido y Alemania, entre otros países, narra la historia de un joven físico y militar norteamericano que llega a Núremberg en 1946, cuando se inician los juicios contra los criminales de guerra nazis.
Ambos autores comparten una distancia con el realismo mágico, con la resaca del boom latinoamericano. Volpi reconocía que con esa novela quiso trazar una línea de continuidad con la novela centroeuropea de finales del XIX y principios del XX. "He intentado no seguir el realismo mágico, pero tampoco he querido asesinarlo con el realismo duro de raíz norteamericana con que mi generación respondió".
Cuando Padilla vino este mes a Madrid a recoger su Premio Primavera, dijo: "Nací cuando el boom era un fenómeno consagrado, pero ya estábamos hartos de lo que derivó de él y que nos creó una angustia colectiva. Nuestra generación surgió para romper con los arquetipos del realismo mágico".
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