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Con papeles y derechos

Quince inmigrantes que hasta hace unos días eran susceptibles de expulsión por estar sin papeles, entraron ayer por la puerta grande de la Subdelegación del Gobierno, de quien dependen los policías que podrían haberlos deportado. Ahora tienen papeles y derechos, tras haberse acogido al proceso extraordinario de regularización. El acto fue corto y sencillo. Para ellos, una oportunidad de contar que no están aquí por capricho, sino por necesidad; para la administración, la ocasión de apuntarse el tanto de su legalización.

Carmita González dejó a todos con las lágrimas en los ojos. Hace tres años subsistía con su marido y sus tres hijos en su Quito (Ecuador) natal. No podían salir adelante por muchos esfuerzos que hicieran. Así que hicieron el petate y entraron a España como turistas. "Sabíamos que no veníamos a hacer turismo, sino a trabajar", dice mientras aprieta el papel que le acaban de dar. Ahora trabaja en un restaurante y su marido es jardinero en Marbella. Buena parte de lo que ganan lo giran a Ecuador, para que la abuela materna saque adelante a los pequeños. Tan pronto como él regularice su situación alquilarán un piso más grande para traerse a los niños, a los que no ve desde 1997. El más pequeño tenía tres años cuando lo dejó. "Estará un poco descariñado, pero no creo que no se haya olvidado de mí. Ellos tienen claro que estamos aquí para trabajar y mejorar ", comenta.

Hasta el 31 de julio, se estima que unos 30.000 inmigrantes regularizarán su situación en toda Andalucía. La mayoría, en Almería y Málaga. El Gobierno ha prometido "generosidad" en el proceso.

Según los representantes de las ONG, la regularización discurre con fluidez. En Málaga, de los casi 6.000 sin papeles que se calcula que solicitarán legalización, ya se han presentado 2.400 solicitudes. De éstas ya se ha resuelto más del 10%, todas favorablemente. Una de cada cuatro peticiones (23%) es para servicio doméstico. El 17% solicita permiso para el sector hostelero, un 16% para comercio y un 11% para construcción. La mayoría de los inmigrantes que se ha acogido a la regularización procede de Marruecos (35%). El resto se reparte entre Nigeria (7%), Colombia (6,8%), Argentina (4%), Ucrania (3,9%) y China (3,6%).

Amadú Mostar Dyop, un senegalés de 28 años, hace planes para el futuro. Modestos, por cierto. Hasta ahora se pateaba la costa con una maleta cargada de artesanías de su país. A partir de la legalización sueña con un puesto en un mercadillo. Llegó a través de Canarias en 1994. Desde entonces no ha vuelto a Senegal por dos razones: su economía no era boyante y tenía miedo de no poder volver a entrar. Ayer fue el primero en recibir la notificación.

Cada expediente escondía una historia. Poco a poco, se fueron viendo las caras de la regularización: un músico cubano, una modista polaca, un ama de casa de Singapur... A excepción de dos asiáticas, que confesaron que simplemente se quedaron porque España les gustó, todos los relatos tuvieron sabor agridulce.

Eva Makowska salió hace cinco años de Polonia porque "allí no había trabajo". Empezó en el servicio doméstico y luego pasó a un taller de costura. "Antes me pasaba el día llorando. Sin papeles no me animaba a salir a la calle. Además me había dejado allí a mi hija", cuenta. Ayer, las dos recibieron la notificación que las acredita como legales.

Los permisos son de un año, prorrogables. Según el subdelegado del Gobierno, Carlos Rubio, no habrá problemas para su renovación.

El trabajo de las ONG ha contribuido a la fluidez del proceso. Han asesorado a los inmigrantes, les han ayudado a tramitar las solicitudes y les han convencido de que no hacía falta acudir en masa el primer día porque no había cupos. De momento, las organizaciones humanitarias no tienen quejas sobre la marcha del proceso. Los representantes de Málaga Acoge, Cruz Roja, Cáritas, CCOO y UGT tenían ayer la misma cara de satisfacción que los inmigrantes.

Para estas organizaciones, la regularización permitirá sacar a la luz a personas que no existían desde el punto de vista administrativo. Los datos les dan la razón. El 83% solicitaba por primera vez un permiso pese a que la mayoría llevaba varios años. Todos reconocían que, aunque echen de menos a los suyos, aquí viven mejor. El cierre del acto fue simple. Rubio les deseó suerte y que se cumplan sus expectativas.

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