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Los mayores de 65 superan a los menores de 20 años mientras la población sigue envejeciendo

Naiara Galarraga Gortázar

Euskadi va camino de convertirse en un país de ancianos. Este es el panorama que dibujan la evolución de la población desde 1975 y la proyección de cara a 2010. El actual es el año de la transición. Es el momento en que la proporción de los menores de 20 años y de los mayores de 65 años está emparejada en torno al 17%. El colectivo de los ancianos ha ido creciendo en los últimos años, mientras el de los jóvenes se reducía. El Eustat estima que esta tendencia se acentuará en el futuro. A partir de ahora, los ancianos vascos superarán en número a los jóvenes.

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La proyección del Instituto Vasco de Estadística, presentada ayer en Bilbao por su directora, Lourdes Llorens, dibuja un panorama inquietante. De seguir esta tendencia, Euskadi sería dentro de una década el país más viejo de Europa. Lo significativo en el caso del País Vasco no es que la población haya envejecido sino que lo haya hecho tan rápido. En sólo tres lustros (de 1995 a 2010) el colectivo de los menores de 20 años habrá perdido 100.000 personas. Paralelamente, el grupo de los que tienen más de 65 años habrá aumentado en la misma propocirón. Dentro del diez años los jóvenes serán el 16,5% del total y los ancianos, el 20,7%.Los ubicados en la franja de edad que queda entre ambos colectivos (quienes tiene más de 20 años pero menos de 65) serán menos en cantidad (60.000 personas menos), aunque su peso respecto al total de la población se mantendrá en el 2010 similar (en torno a un 63%) al que era hace cinco años.

La razón es que la población en general disminuye. Las proyecciones del Eustat apuntan que Euskadi tendrá 2.039.100 habitantes dentro de una década. Eso significará 60.000 personas menos que en 1995. El Instituto Vasco de Estadística atribuye la mitad de esta pérdida de población al saldo vegetativo -morirá más gente de la que nacerá- y la otra mitad al saldo migratorio -la diferencia cuantitiva entre quienes emigran y quienes inmigran-.

Aunque la pérdida de población persiste, a partir de este año será de manera menos acelerada que en los últimos años. Dos son los factores que motivan esta ralentización: una moderada recuperación de la natalidad, bajo mínimos, y la progresiva disminución del saldo migratorio negativo (aún emigra más gente de la que inmigra, pero la diferencia se reduce).

A medida que disminuye la población aumenta la esperanza de vida. La de las mujeres se incrementará bastante más que la de los hombres. Y por eso la población femenina será mayor que la masculina. El 51,7% frente al 48,3%. En el periodo 1995-2010, las vascas habrán ganado unos tres años de vida (vivirán una media de 85,3 años) y los vascos poco más de dos (vivirán 76,4 años).

Otro de los cambios que se avecina es el del peso de la población provincial. Los alaveses, que en 1995 representaban el 11,6% de los vascos, serán dentro de diez años el 14,6%. Vizcaya seguirá perdiendo habitantes y peso relativo en el conjunto de la comunidad autónoma. Su problación disminuirá tanto como aumenta la alavesa, porque de ser el 55,7% de los habitantes de Euskadi, los vizcaínos se quedarán en el 52,9%. Guipuzcoa mantendrá su porcentaje prácticamente invariable.

La fecundidad se va recuperando a un ritmo que el Eustat califica de moderado, y lo hace sobre todo gracias a las treintañeras. Cinco años atrás la media de hijos alcanzó su nivel más bajo, con una media de 0,92 hijos. Este año se sitúa en 0,95. Y para dentro de diez años estará en 1,25 hijos por mujer, es decir, que Euskadi volverá en este capítulo a la situación de 1985. A esta recuperación de la fecundidad influye el hecho de que las generaciones nacidas entre 1960 y 1980 son más numerosas que las de décadas anteriores.

Un serio toque de atención a los políticos

Las estadísticas dibujan realidades, evoluciones o perspectivas, nada más que datos a secas. El Eustat quería que la presentación de ayer fuera más que eso e invitó a dos expertos a que interpretarán qué significan más allá del papel esos datos. Los catedráticos Víctor Urrutia, de Sociología Urbana, y Mari Carmen Gallastegui, de Fundamentos de Análisis Económicos, aceptaron. Ambos convirtieron su comparecencia en un serio toque de atención a los políticos. Porque si las administraciones no reforman de modo drástico sus políticas en ámbitos como el empleo o la vivienda, la población vasca seguirá disminuyendo y envejeciendo con todo lo que conlleva. Cuestionamiento del sistema de pensiones o retraso de la edad de jubilación son algunas de las consencuencias que se avecinan si los políticos no enmiendan la dirección de sus políticas. Urrutia advirtió de que a medida que envejece la población, aunque lo haga con una mejor calidad de vida que las generaciones anteriores, aumenta la demanda de servicios sanitarios y sociales. Lo cual, como apuntó Gallastegui, requerirá que suba también la presión fiscal para poder responder a esa necesidad. Gallastegui aseguró también que, si el paro sigue en los niveles actuales, quienes hoy esperan jubilarse a los 65 años posiblemente sean obligados a hacerlo más tarde en el caso de que las políticas de empleo no logren generar puestos de trabajo para los jóvenes a un ritmo más acelerado que el actual.

Urrutia incidió en que las políticas de empleo y de vivienda deben ir paralelas, porque quien tiene empleo pero no le llega para comprarse una casa, no se empareja y tampoco tiene hijos. En este sentido, Gallastegui reivindicó medidas que permitan compatibilizar la vida familiar y la profesional.

Desde su recién estrenada perspectiva como vicerrector de Profesorado de la Universidad del País Vasco, Urrutia también se refirió a cómo afecta el descenso de la natalidad a la educación. Frenará la masificación y propiciará una mejor educación, pero implicará un reajuste del profesorado.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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