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Entrevista:JAVIER VALLEJOPINTOR Y ESCRITOR

"Seguramente mi novela está mal escrita, pero voy hacia el concepto"

El mundo del arte da cobijo y se nutre de los más diversos creadores. Los hay fieles a una serie de cánones y no faltan los iconoclastas que se manifiestan sorteando las distintas normas. A este último grupo pertenece Julián Vallejo (Bilbao, 1955), tanto por el carácter arriesgado de sus creaciones (natural en alguien que se forjó como artista codeándose con los protagonistas de la movida madrileña) como por haberse prodigado en los campos del diseño gráfico, la literatura, la pintura, la música, el cómic y la prensa. En suma, es responsable de una obra multidisciplinar que acaba de ser ampliada con la publicación de su tercera novela, titulada Comunión y ambientada en el llamado nuevo Bilbao, donde "la gente sigue siendo tan pueblerina como antes". Pregunta. ¿En qué género encuadra Comunión?

Respuesta. Es una novela negra, de humor negro, muy cáustica, en la que hay una cantidad de personajes terrible y que puede recordar, en la trama, a películas como Vidas cruzadas, de Robert Altman, Al rojo vivo, Blade Runner... Pero lo novedoso es que es la primera novela dogma; tiene su decálogo y todo. Aunque, lógicamente, no es el mismo que el de películas dogma como Los idiotas, Celebración y tal. Es una especie de parodia hacia ese tipo de películas y hacia todos los dogmatismos. Otra cosa novedosa es que se desarrolla en las calles de Bilbao, aunque está tratada como una novela negra al uso americano. Sale un Bilbao subterráneo, no el turístico, y una serie de iconos como el Guggenheim y el Athletic, de los que nadie ha hablado en plan novela negra. Es decir, es una novela muy en plan sainete, pero muy estrafalaria, muy estrambótica, muy esperpento.

P. ¿Puede sacarle partido alguien que no conozca la ciudad?

R. Sí. Un neoyorquino puede coger tranquilamente el 90% de las historias y divertirse igual. De hecho, muchos de mis problemas surgen porque mi obra no es nada de Euskadi, no es de vasquitos ni de esas cosas. Tengo problemas a la hora de lograr que la gente de aquí, que es muy conservadora a nivel cultural (a nivel político ya es otro cantar), acepte un tipo de obra demasiado fuerte y que parodia mucho la realidad.

P. ¿Se considera un escritor arriesgado?

R. Creo que sí, aunque aquí arriesgo menos, en el sentido de que, al ser casi un hobby, no me importa que me digan que es una novela que está mal escrita. De hecho, seguramente está mal escrita, pero yo voy hacia el concepto, hacia la idea, a que a la gente que la lea le parezca una cosa divertida. Que sea muy ligera. P. ¿Qué le empuja a crear?

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R. Eso se lleva dentro. Como una persona es adicta al sexo o a las drogas, yo soy adicto a la creación. Si estás mucho tiempo sin hacer ninguna historia, te sientes fatal, te entran unas depresiones de la leche. Muchas veces no es placer, es realmente masoquismo.

P. Al menos será fácil vivir de ello.

R. ¿De la creación? Es muy complicado, sobre todo cuanto más joven eres, porque hay unas mafias en las que es complicado entrar. Creo que ésa es una de las cosas que se debería apoyar a nivel institucional.

P. Usted es un artista multidisciplinar. ¿Quiere eso decir que no tiene las cosas claras?

R. Nunca las he tenido, y espero no tenerlas; pero también quiere decir que, seguramente, voy a ser pobre toda mi puta vida. Cuando una persona se dedica a tantas cosas, generalmente es porque con una no cubre sus necesidades económicas, por eso te dedicas a todo lo que te sale.

P. Una obra suya adorna la portada de un disco de El Inquilino Comunista. ¿Dónde le gustaría que luciera otra?

R. Bueno, no soy muy pretencioso. Me gustaría ver cosas mías, por ejemplo, en las publicaciones que me gustan, como el Face o el Interview americano. Y ya me gustaría hacerle una portada a Manta Ray, por ejemplo.

P. Llama la atención el que suela firmar Julián Vallejo, 1955-2027.

R. Sí, esa es la fecha de caducidad. 1955 es mi nacimiento y 2027 es la fecha en que voy a morir.

P. ¿Va a empeñarse en ello?

R. No, pero es una forma de rebelarte, utópicamente, contra el destino que tenemos de morir no cuando queremos, a no ser que te suicides, sino cuando quiere la naturaleza.

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