Rouco dice que en España "sigue habiendo una semilla de guerra" El cardenal separa la verdad histórica de las valoraciones teológicas
Tres veces no, esta vez con una apostilla de zozobra. El cardenal Antonio María Rouco insistió ayer en que "no se puede declarar a la Iglesia católica en su conjunto culpable de la evolución de la guerra civil [de 1936] sin herir a muchos", pero completó su argumento con una acotación novedosa. "En la actualidad española sigue habiendo una semilla de guerra y un resto dramático y trágico", dijo el líder de los obispos españoles.
El cardenal Rouco sigue viendo en el español el rostro de la tragedia que dibujó Miguel de Unamuno en 1936, días antes de morir atemorizado por un general que gritó en su presencia, en el corazón de la Universidad de Salamanca, vivas para la muerte y mueras contra la inteligencia. Las nuevas declaraciones de Rouco se produjeron ayer durante un encuentro con los jóvenes de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, al responder a las preguntas sobre las reiteradas peticiones de perdón ofrecidas por el papa Juan Pablo II y la ya larga polémica sobre si la Iglesia española debería pedir también perdón por su actuación durante la guerra civil de 1936, que la jerarquía católica bendijo como "cruzada", y por el apoyo que prestó más tarde a la larga y sangrienta dictadura del general Francisco Franco.Ante la comunidad universitaria democristiana de Madrid, heredera de los propagandistas católicos del cardenal Ángel Herrera Oria, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) reiteró ayer sus argumentos de la semana pasada. "Desde el punto de vista del cristianismo, se pide perdón a todo el que se considere ofendido. No se trata de un ajuste de cuentas porque sería un ejercicio de equilibrio humano, de paz que no prospera a fondo. El Papa pide perdón a Dios", dijo el cardenal arzobispo de Madrid.
Según Rouco, sobre la guerra civil de 1936 "hay que tener en cuenta dos supuestos: la verdad histórica y la valoración teológica de los hechos". "Se ha pecado por ambos lados y dar un paso más en la delincuencia de esos hechos es históricamente imposible. Por tanto, no se puede declarar a la Iglesia en su conjunto culpable de la evolución de la guerra civil sin herir a muchos y, por tanto, no se puede entrar en esos juicios ni implícitamente ni explícitamente. Se trata de pedir perdón a Dios y eso conlleva la promesa de que la Iglesia y los católicos serán gente de paz, a pesar de que en la actualidad española sigue habiendo una semilla de guerra y un resto dramático y trágico", proclamó.
"¡Nunca más la guerra entre los españoles!", había dicho el cardenal presidente de la CEE el lunes día 3 de abril durante su discurso de apertura de la asamblea plenaria anual de los obispos. Rouco explicó a sus colegas que la Iglesia no quería hacerse prisionera del pasado y que, ante posiciones encontradas sobre la guerra civil de 1936 ["Algunos hubieran querido escuchar de nosotros una justificación, si no una glorificación, de aquellos hechos. Otros han echado en falta una autoinculpación de la Iglesia como causante de la ruptura de la paz y como sostenedora del régimen político implantado por los vencedores", dijo textualmente], la jerarquía católica no había querido "hacer lo uno ni lo otro". "Nos parece que no hubiera sido justo ni oportuno entrar en juicios históricos de esa naturaleza", añadió el cardenal de Madrid.
Al viernes siguiente, durante la conferencia de prensa en la que el portavoz del episcopado español, Juan José Asenjo, daba cuenta de los acuerdos y debates de los prelados a lo largo de esa semana, la Iglesia española reiteró su posición. Pero Asenjo añadió un nuevo concepto para la polémica: la Conferencia Episcopal Española no sólo no se unía a las peticiones de perdón que han proliferado durante este año jubilar, sino que aportaba un argumento principal al asunto: en realidad, la Iglesia fue "sujeto paciente y víctima" de aquella guerra, dijo el obispo Asenjo.
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