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Tribuna:CRÓNICAS
Tribuna
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El manzano de Sotillos

Juan Cruz

Cuando ganó por poco el Partido Popular las elecciones de 1996, que le permitió gobernar gracias a la alianza con los nacionalistas, los que luego declararon que habían participado de manera conspirativa en la campaña electoral previa le recordaron al presidente del Gobierno cuál había sido su participación y cómo debía arbitrarse su inevitable gratitud. Algunos de esos plañideros de entonces se vengaron después del silencio administrativo denunciando lo que había pasado entonces, antes de aquella primera victoria, antecedente del incuestionable y reciente triunfo arrollador.Si entonces algunos se quedaron defraudados, pues no consta que todos hubieran sido compensados como querían a partir del entusiasmo con el que se manifestaron antes del reparto del poder, ahora los palmeros han sido aún más explícitos. Por tierra, mar y aire, es decir, a través de la prensa y de la radio, lanzaron durante las noches y los días adyacentes a aquel triunfo electoral del Partido Popular una recomendación a las autoridades que habían sido revalidadas por el veredicto de las urnas: ahora, les decían, los abajofirmantes de toda laya que han surgido en este país pidiendo un voto distinto al mayoritario que se ha producido deben ser apeados de sus posibles privilegios. Dijeron, en pasquines anónimos e incluso en intervenciones públicas, algunos nombres y apellidos, pero querían ir a algunas cabezas concretas: las de profesionales de la radio, la televisión y la cultura que hubieran cometido el desliz civil de patrocinar con sus firmas la petición explícita del voto para la formación electoral de la izquierda.

Ha sido tal el clima que se ha instalado en los pasillos de las entidades públicas de la radiotelevisión que algunos profesionales, muchos de los cuales no habían firmado el primer manifiesto ahora incriminado, se han precipitado a firmar otro en el que piden amparo a las autoridades de RTVE -que fue la entidad más acosada por los palmeros- para que la actitud civil de los acusados no sea el certificado de su hostigamiento y de su marginación. Que es precisamente lo que reclamaron los que en los micrófonos y en los escritos hostigaron a los firmantes del manifiesto electoral...

En ese estado de cosas, con el recuerdo verdaderamente insólito de aquella reclamación al poder para que se diera cuenta de dónde procedían sus apoyos, la vida misma se ha puesto a reflexionar. Y, en medio de la reflexión, llega la noticia de que Eduardo Sotillos, antiguo profesional de RTVE, que durante muchos años ha dirigido el programa cultural El ojo crítico, y que ahora codirige con Armas Marcelo el programa televisivo Los libros, precipita su jubilación, la anuncia para junio y se despide de una profesión en la que ha hecho de todo en todos los tiempos y siempre con una dignidad que ha estado muy por encima de la media que podemos exhibir los profesionales del periodismo de este país.

Sotillos, notorio socialista, que fue incluso polémico y activísimo portavoz del Gobierno de su partido, es uno de los firmantes de aquel manifiesto sobre el que llovieron piedras después de la noche electoral. Tenemos derecho a vincular su marcha con la presión que los profesionales de este sector de la prensa pública han recibido después de aquella noche, claro que tenemos derecho. Sotillos ha hecho, en efecto, de todo en la radio, en la de antes y en la de ahora; su voz se ha familiarizado con todos los asuntos que tuvieran que ver con la creación cultural; como empezó en la radio cuando tenía diecinueve años y tanta ilusión como inexperiencia, los que tenemos casi su edad lo recordamos como un veterano que ya estaba antes en todas partes, como el dinosaurio famoso de Augusto Monterroso.

Pero ni es un dinosaurio ni es un sectario ni es, además, un hombre cuyos talentos hayan sido utilizados a troche y moche para favorecer a los que son de su renglón. ¿Por qué se jubila, qué le precipita a la tiniebla sin duda placentera pero melancólica del final del tiempo laboral? Claro, él lo dirá, pero el contexto suena tan próximo a presión y a agobio que uno tiene el derecho, claro que tiene el derecho, a sospechar que ese clima que han propiciado los palmeros de la noche electoral habrá tenido mucho que ver con la cantidad de decepción que hay detrás de ese rumor que deja en todos sus oyentes, en nosotros mismos, su anunciado abandono.

Los amigos y compañeros de su programa radiofónico le han regalado a Sotillos un manzano, para que crezca en su jardín y le dé sombra a los libros que, tan abundantemente, lee y comenta. Los que le escuchamos cuando estábamos empezando a aprender sintaxis no sólo le echamos de menos, sino que empezamos a echar de menos la sintaxis. La sintaxis de la modernidad; Cueto lo decía esta semana en La Vanguardia: no somos modernos. Y hasta qué punto.

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