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Tribuna
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: niversidad

A. R. ALMODÓVAR

: lgo se está moviendo en la Universidad, esperemos que sea para bien. Pues los infinitos males que aquejan a nuestra querida alma mater no admiten demasiado entretenerse, so pena de que se alcance un clima social de imprevisibles consecuencias y de muy difícil retorno. En los últimos años se han venido manifestando multitud de voces de advertencia, desde dentro mismo -no digamos desde fuera-. Casi al azar, elijo: "Ha llegado el momento de agitar los cimientos" (profesor Michavilla, 10.3.98). "La entrada de nuevos profesores se hace de acuerdo con (...) contubernios y chanchullos" (profesor García Puche, 25.11.98). La revista Nature denuncia el amiguismo en la ciencia y en la universidad española (diciembre de 1998). Ya la inmensa mayoría de los nuevos accesos al funcionariado docente universitario se hace por el método retorcido del "candidato de la casa", quien en la práctica hasta suele designar él mismo al presidente y al secretario de su tribunal. No cabe mayor perversión. (Me decía no hace mucho un distinguido catedrático de la Universidad de Sevilla: "Hoy tiene mucha más garantía pública el sistema en los niveles de secundaria y primaria, donde se mantienen las verdaderas oposiciones"). En algunas Facultades y Departamentos la tristemente célebre endogamia ya ni siquiera es metáfora, a la vista de cuantos parientes de toda laya se acumulan, sin el menor recato, entre sus profesores. Pronto superarán a aquellas viejas dinastías de la universidad franquista. La autonomía universitaria, en fin, ha derivado en espíritu de casta, justo lo contrario de lo que significa universitas. En 1994, sólo 135 profesores de la Hispalense superaron el 4 (la nota máxima era un 5), de entre más de 3.000 docentes que son, en la evaluación de sus alumnos. En 1998 sólo un l5% se atrevió a someterse voluntariamente a ese sistema de control de calidad, y obtuvieron la "excelencia" docente. Enhorabuena, por las dos cosas: por la valentía y por la calificación. En cambio, una Universidad nueva, la Olavide, acaba de anunciar que la nota media obtenida por todo su claustro es de 7,5 (sobre 10). Enhorabuena también.

Es obvio que la LRU ha dado ya de sí cuanto podía. Y más obvio aún que fue uno de los más graves errores cometidos en los primeros compases de la joven democracia: darle autonomía a las rancias estructuras de la universidad, antes de reformarlas. Poner el carro delante de los bueyes. Ya tiene difícil arreglo, y no creo que un Gobierno conservador como el de ahora sea capaz de agitar el cotarro todo lo que se precisa. Ojalá me equivoque. Pues de lo contrario la brecha entre la institución y la sociedad seguirá agrandándose. En las elecciones claustrales de la Hispalense, que se acaban de celebrar, ya los alumnos apenas si han participado (¡sólo un 10% votó!). El profesor Bricall, autor de un extenso documento sobre las muchas necesidades de reforma de la universidad española, se quejaba el viernes pasado de que las protestas de más de 11.000 estudiantes por las calles de Barcelona eran "precipitadas" y "surrealistas", pues no conocían el informe y especulaban acerca de él. Tal vez ocurre que los estudiantes, sencillamente, han dejado de creer en el sistema, y mucho menos en que éste sea capaz de regenerarse a sí mismo. Y eso es peligroso, muy peligroso.

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