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Un signo tras otro

LUIS DANIEL IZPIZUA

Una palabra puede abrir puertas que parecían canceladas. En ese presente del pasado que era el recuerdo para San Agustín, una palabra puede actuar como la magdalena proustiana empapada en té, que al disolverse en la boca devolvía la vivencia de un mundo perdido. A diferencia de la magdalena, sin embargo, tal vez la palabra no nos devuelva nada y actúe como un sensor de retazos perdidos a los que une para crear algo nuevo. Un hilo en el laberinto, que sirve para sacarnos de él y que hace del recuerdo no el presente del pasado, sino el presente del futuro. Una palabra siempre interpreta, porque está en todo momento dispuesta a desplegarse, a crear su propia realidad. Rebusca allí donde tuvo su primera resonancia.

Nada mejor para esta alquimia del recuerdo que recordar con otro, con otros. Desde la solitaria intimidad que nos es propia, en la que el pasado se nos empantana con aires a veces sombríos que no conseguimos disipar, una palabra lanzada hacia alguien que sabe recogerla es capaz de abrir el círculo que nos encerraba. Recordar con otro puede servir para renovar el sentido de nuestra experiencia, porque la palabra del otro puede dar una nueva vitalidad a la nuestra, a aquella que repetía sin cesar su punzada en un paisaje íntimo que no conseguía hacer brillar. No hablo de recuerdos compartidos. Tampoco de una confesión. Hablo de una puesta al desnudo en reciprocidad, en la que dos o más discursos hasta entonces autistas se reinterpretan y hallan un punto de partida para seguir hablando de forma nueva y diferente. El pasado no ha sido liquidado, pero lo que fue, lo que era sólo del tiempo y testimonio de la muerte, se revitaliza y se abre a un nuevo horizonte del que la vivencia del tiempo queda excluida. Hablo también de una experiencia personal y de un agradecimiento que nunca será suficiente.

No sé hasta qué punto esta fecundación interpersonal del recuerdo puede ser aplicable a la política. Yo, que tanto les hablo de política, he de confesarles que es en los jardines personales donde más disfruto, y que tengo una tendencia natural a considerar que la política no puede cambiar casi nada que no haya sido cambiado previamente en nuestras relaciones personales. Sé que se trata de una creencia del corazón y trato de corregirla, pero aún así sigo convencido de que la política buena es aquella que responde a los impulsos y tendencias que están siendo esbozados entre la ciudadanía. Nada que ver, por lo tanto, con esos discursos acartonados que se escudan en una distribución dual de las posibilidades, transferible siempre a la dicotomía entre el Bien y el Mal: los buenos conmigo, aunque yo ya no sea capaz de resolver nada.

Es incluso a la luz de esos impulsos latentes, y a veces patentes, en la ciudadanía, como veo la pervivencia y el sentido de lo que hasta ahora se ha denominado izquierda y derecha. En una época en la que se habla de discurso único y de economía planetaria, de oposición entre lo local y lo global, la derecha ha sabido conciliar esas aparentes contradicciones y capitalizarlas: una política local para una economía global, con lo que ha conseguido subordinar la primera a la segunda. Y la izquierda le ha ido a la zaga. Llama la atención a ese respecto la crítica lanzada contra el PP de ser un partido nacionalista, crítica vertida desde un partido que sólo ha sabido oponerle complacencias nacionalistas.

En lugar de demandar una política global para una economía global, la izquierda se pierde en los bosques del microlocalismo, en los cotos de la derecha. A raíz del reciente fracaso electoral, la polémica entablada entre el señor Manuel Huertas y el señor Odón Elorza era, por ejemplo, una falsa polémica, ya que el señor Elorza, entre una retahíla de palabras benditas, sólo estaba pidiendo más de lo mismo. Tal vez el recordar con otros sea también aconsejable en el ámbito de la política. Pero mal compañero será aquel que quiera hacer del pasado un ámbito inmóvil, en lugar de convertir el recuerdo en un elemento dinámico que nos abra perspectivas para un futuro común.

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