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OSCARS 2000

'American beauty', la gran favorita Hollywood se apresta a consagrar el genio cinematográfico de Pedro Almodóvar

Sin haberse identificado aún personal o profesionalmente, el periodista le dijo a Marisa Paredes: "Tranquilos, tenéis la victoria prácticamente asegurada, la conjunción astral no puede ser más favorable". Paredes concentró una mirada intrigante en su interlocutor: "¿Y tú por qué dices eso? ¿Es que eres un gurú, un astrólogo o algo así?", preguntó. "No, no", respondió sonriendo el periodista. "Soy reportero, y más bien materialista, en el viejo sentido marxista del término. Pero hay cosas que sólo se explican por la magia". La actriz, escuálida y febril, asintió en silencio, dio un tiento al vaso que sostenía en el bar del hotel Sunset Marquise y apostilló: "Sí, lo que nos está ocurriendo sólo tiene una explicación mágica".Cuando American beauty y El sexto sentido, dos de los cinco títulos que esta noche californiana compiten por el Oscar a la mejor película, son contadas desde el punto de vista de un muerto, ¿cómo no puede hablarse de que el gran momento que vive el cine tiene una dimensión sobrenatural? Todo sobre mi madre, la película en la que trabaja Paredes y que puede reportarle a Pedro Almodóvar su primer y bien merecido Oscar, no adopta ese punto de vista, pero sí que cuenta la historia de la búsqueda del padre de un muerto. Y siendo tan diferente de American beauty y El sexto sentido como éstas lo son entre sí, tiene en común con ellas la genialidad a la hora de relatar historias sobre los sentimientos de gente real, viva o muerta.

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Si hace dos años Hollywood festejó su poder y su riqueza con la apoteosis de Titanic, esta noche va a aplaudir el talento narrativo. Van en esa dirección todas las quinielas de los especialistas e incluso el sondeo que, desafiando a la Academia de Hollywood, publicó el viernes The Wall Street Journal. Con la previsible victoria de American beauty en varias de las grandes categorías, la meca del cine se quitará el sombrero ante la sutileza del británico Sam Mendes en su retrato de la vida en los suburbios residenciales norteamericanos. Y si Antonio Banderas y Penélope Cruz le entregan a Almodóvar la estatuilla al mejor filme extranjero, se premiará la destreza del manchego al contar el culebrón que constituye su singular visión de España.

No es raro, por lo demás, que, con Mendes y Almodóvar, Hollywood confirme que sigue sediento de sangre extranjera. Fundado por inmigrantes y alimentado por inmigrantes, Hollywood sigue abierto a nuevas ideas, propuestas, nombres, rostros y cuerpos. La innovación es aquí tan sagrada o más que la belleza física. Y, si ambas se juntan, Hollywood se pone de rodillas. Que se lo digan si no a Penélope Cruz, bellísima, adorada, distante y con un escote abismal en la madrugada de ayer en el bar del Sunset Marquise.

Pero Hollywood va de estrellas, fábrica de sueños y magia del cine, y sólo el toque sobrenatural sella el triunfo del talento y el trabajo duro. Ese toque es lo que ha convertido en tremendamente taquillera en Estados Unidos una película tan crítica como American beauty; o el que ha hecho de El sexto sentido el filme sobre fenómenos del más allá más aplaudido por crítica y público desde El exorcista; y también el que ha paralizado de modo misterioso la acción de la ultraderecha norteamericana contra la defensa del derecho al aborto de Las normas de la Casa de la Sidra.

Ese toque sobrenatural, que debe emanar del interior del filme pero también coincidir con la disposición de los hados, es lo que le ha faltado a El dilema, gran producto sobre la creciente impotencia de los periodistas en un mundo controlado por los colosos empresariales, pero que el público estadounidense ha ignorado. Si, como predicen los augurios, El dilema no consigue esta noche el reconocimiento que merece, quedará el consuelo de saber que en la ceremonia de los Oscar habrá estado presente Jeffrey Wigand. El científico de carne y hueso que, a costa de su carrera y su vida familiar, denunció las manipulaciones de la industria tabaquera contadas en El dilema, no había sido invitado en principio por la productora del filme. Así, Michael Mann, el director, tuvo que dar un puñetazo en la mesa para conseguirle una entrada para el Shrine Auditorium. Será una modesta recompensa a la imprescindible lucha del ciudadano contra los gigantes del dólar.

"Este año, la carrera de los Oscar es la más competida en mucho tiempo y también una de las más refrescantes", escribe Entertainnement Weekly. Y no deja de ser otra nueva bendición del destino el que la prometida consagración de Almodóvar vaya a coincidir con un firmamento tan brillante de películas candidatas. Desde el filme de culto ciberespacial The Matrix a la inteligente comedia Election, pasando por Buena Vista Social Club, el entrañable documental cubano de Wim Wenders, por no hablar de las favoritas a los grandes Oscar, lo que esta noche va a rodear a Todo sobre mi madre es calidad.

Con Estados Unidos como locomotora de un Occidente que combina un insólito periodo de paz y prosperidad con la angustia sobre si la felicidad se resume en eso, el cine está entrando en el siglo XXI con un vigor y una creatividad que desmienten las profecías del pasado sobre su decadencia como arte narrativo. Su futuro inmediato está asegurado mientras cineastas de genio como Almodóvar sigan convenciendo a los productores de que el público no es tonto y espera que, en las salas oscuras o en los salones de sus hogares, buenas películas sacien su ansia infantil por los cuentos. Las luces mágicas que esta noche transmitirá Hollywood a todo el planeta iluminarán esa realidad.

Desde la portada de El País Digital (www.elpais.es), tras los títulares del día, se puede acceder a los enlaces de los especiales sobre los oscars y Pedro Almodóvar.

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