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La huelga de los maquinistas de Renfe deja en tierra a más de 430.000 usuarios del tren

Antonio Jiménez Barca

Al menos 430.000 madrileños se vieron afectados ayer por el segundo día de paro salvaje de los maquinistas de Renfe. Tal y como pasó el jueves, no hubo ni un tren en las líneas de cercanías que unen la capital con localidades del norte, el este y el oeste de la región. A esta parálisis se sumó el gran retraso que se produjo en la línea que enlaza Atocha con Parla. Los conductores decidieron anoche iniciar una huelga "indefinida" que no contará con servicios mínimos.

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El paro en la estación de Chamartín, el corazón ferroviario de España, fue casi total. Sólo algún tren de largo recorrido salió ayer de esta estación, la más importantes de la capital junto a la de Atocha. El resto, incluyendo todas las líneas de cercanías, las que se dirigen a Guadalajara, Alcalá y Villalba, entre otras localidades, permanecieron completamente paradas. La huelga repercutió en las autovías de acceso a la capital, que se atestaron de coches conducidos por personas que normalmente usan el tren de cercanías. Se produjeron colas inmensas para montarse en alguno de los autobuses interurbanos que sirvieron de alternativa a los ferrocarriles. Una señora de Alcalá de Henares, por ejemplo, esperó durante más de dos horas para subir a un autocar que la trasladara a Madrid. En Atocha funcionaron algunas líneas de cercanías: las que enlazan la ciudad con Fuenlabrada, Móstoles, Aranjuez y Parla, aunque estas dos últimas sufrieron numerosos retrasos.

También los viajeros de largo recorrido se vieron afectados por el paro, que no respetó los derechos mínimos exigidos: además de dos trenes AVE que se dirigían a Sevilla y que se quedaron en Madrid, la huelga paralizó otros 27 trenes de largo recorrido en Chamartín, dejando en el andén a más de 5.000 viajeros. Renfe se ha comprometido a devolver el dinero a todos estos perjudicados, a los que trasladó a su destino en autobús.

El Sindicato Español de Maquinistas y Ayudantes Ferroviarios (SEMAF) había iniciado el pasado 15 de marzo una huelga de 18 días alternos para reivindicar mejoras laborales. Pero la detención de un compañero por supuesto sabotaje en dos trenes recrudeció el conflicto: los maquinistas, "de forma espontánea", según SEMAF, decidieron no cumplir los servicios mínimos (75% en hora punta y 50% en el resto del día), optando por un paro de los llamados salvajes.

Esta misma consigna fue utilizada ayer. Setecientos maquinistas, de los 5.800 con que cuenta Renfe, se sumaron a la huelga, según la empresa. Trescientos ochenta y cinco más objetaron enfermedad para no ir a trabajar y no tener que cubrir los servicios mínimos.

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La empresa sostiene que lo hicieron por "presiones y para no meterse en líos". Los trabajadores niegan esas presiones. De las 365 bajas registradas, 200 pertenecen a la red madrileña.

Alrededor de 250 huelguistas, pertenecientes a cercanías, trenes de largo recorrido y transporte de mercancías, se citaron ayer por la mañana en la estación de Chamartín, centro de toda la protesta. Desde allí, y tras una infructuosa reunión con miembros de la directiva de Renfe, los trabajadores se desplazaron a Atocha, donde la Policía Nacional les impidió bajar a los andenes para animar a otros maquinistas a sumarse al paro.

En el vestíbulo de la estación permanecieron, sin que se produjeran incidentes, hasta las 14.00, gritando consignas y jaleándose. Después decidieron citarse a medianoche para decidir si continuarán hoy el paro o no.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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