"El primer perdón que tendría que pedir el Papa es a los pobres"
El más prolífico de los teólogos de la liberación, el brasileño Leonardo Boff, de 62 años, sostiene que "el primer perdón que tendría que pedir la Iglesia sería hacia los pobres, que fueron los primeros defraudados". El autor de Iglesia, carisma y poder, que esta tarde pronuncia en Madrid una conferencia sobre Ética mundial: un consenso mínimo entre los humanos (Casa de América, 19,30 horas), cree que el gesto del Papa solicitando el perdón, el pasado 12 de marzo, es saludable porque "reconoce el pecado y los abusos de autoridad". Pero considera que hay que ir más al fondo y solicitar perdón no sólo por los errores del pasado, sino por los del presente.Esta entrevista se realizó en el marco del festival de cine de Friburgo (Suiza), del cual Boff fue este año el presidente del jurado.
Pregunta. Siendo usted uno de los fundadores de la Teología de la Liberación y, como tal, uno de los perseguidos por el Vaticano, ¿aceptaría otorgar el perdón del que acaba de hablar el Papa?
Respuesta. Es un gesto muy importante el pedir perdón. Porque supone que el Papa reconoce el pecado y los abusos de autoridad. Pero no me siento incluido en ese perdón, porque me siento víctima de las imposiciones de la Iglesia. Es muy fácil pedir perdón a Galileo o a otros científicos del pasado. Pero sería necesario, también, pedir perdón a algunos teólogos contemporáneos como Hans Küng, Eduard Schillebeerckx y a otros teólogos importantes de la Iglesia, que la han ayudado a ser más abierta y más humana. Que son profetas y que casi fueron degollados por la Iglesia. Y ellos viven todavía.
P. El Papa fundamentó su solicitud de perdón sin precisar el tipo de faltas.
R. Hay que reconocer las muchas oposiciones que el Papa tenía en la curia romana, que no quería, de ninguna manera, que se solicitara ese perdón. La solicitud la hizo el Papa por su propia voluntad. Y ha hecho una especie de lista, con los judíos, con las mujeres, los indígenas, los negros, las guerras de religión y también los decesos antes de nacer. Hay una perspectiva buena, porque se crean matices. Porque no es sólo una petición de perdón general, que engloba todo; sino que hay especificaciones, que pueden mostrar una dimensión muy histórica, muy limitada, pero también una Iglesia que tiene que crecer para ser contemporánea, especialmente en sus métodos de relación con la diversidad de opiniones y de culturas, como las negras y las indígenas, que no son culturas cartesianas, europeas. Entonces, ese perdón fue una puerta que se abrió. Pero es solamente una puerta. Hay que entrar mucho más adentro, hay que ir hacia el fondo de la Iglesia misma y decir que debe ser ayudada para incorporar los valores de la modernidad: la tolerancia, la democracia, la participación, la superación de todo tipo de discriminación.
P. ¿Cuál es el más grave pecado que ha cometido la Iglesia?
R. El pecado más grave, que sigue, es el pecado de la arrogancia. Enjaular a Dios en la cabeza clerical.
P. ¿La Iglesia debería pedir perdón a los teólogos de la liberación que, como usted, han sido obligados al silencio o al abandono de la institución?
R. También sería necesario, pero los más ofendidos en los últimos 30 años fueron los cristianos pobres. Primero, porque no han sentido a la Iglesia como aliada. Los cardenales, los papas y la mayoría de los obispos trabajan junto con los opresores. Y jamás han sentido al Papa como a alguien que está incondicionalmente con los pobres. Cuando se condenó a la Teología de la Liberación en el primer documento, muchos pobres lloraban y decían: 'Nosotros conocemos a los teólogos. Ellos no son del partido comunista, celebran la eucaristía, bautizan a nuestros hijos, entierran a nuestros muertos, son personas buenas que participan y sufren con nosotros. ¿Por qué los condenan? Podemos esperar todo del Papa, pero no este error'. Porque ahí parece que el Santo Padre está cerca del palacio de los césares y lejos de la barca del pobre Pedro. No lo entienden. Pero, como los pobres son muy cristianos y muy humildes, dijeron: 'No queremos condenar al Papa. Posiblemente, está mal asesorado. No le dicen la verdad. Nosotros, los pobres, no queremos entregar el Papa a los ricos'. Entonces, a mi juicio, el primer perdón que tendría que pedir la Iglesia sería a los pobres defraudados. Por ser una Iglesia rica y porque, cuando otros han apoyado a los pobres, fueron condenados como falsos profetas.
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