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Perdidos en la fiesta

Elsa Fernández-Santos

Las tiendas de campaña ya están frente al Shrine Auditorium de Los Ángeles. Sentadas en sillas plegables las hermanas Glenice, de 69 y 57 años, guardan su sitio. Quieren estar en la primera fila de la alfombra roja, por donde el domingo por la tarde pasarán todas las estrellas de la 72ª ceremonia de los oscars. No son las únicas cazaestrellas de Los Ángeles, estos días la ciudad está plagada.En Sunset Boulevard, frente al hotel Mondrian, diseñado hasta el delirio por Philippe Stark, una veintena de jóvenes intercambia sus cromos de autógrafos: "Ayer conseguí uno de Salma Hayek", dice un hombre alto y con el pelo largo hasta la cintura: "Ya lo tengo", le contesta otro sin mirarle. Ambos, de más de treinta años, llevan una enorme carpeta con fotografías, recortes y firmas. "Esta noche viene Sarah Winter. No la tenemos", explican.

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Como en fin de año

No hay restaurante, hotel o discoteca de Los Ángeles que no celebre su fiesta-oscar. Y no hay fiesta-oscar sin cazaestrellas en la calle y sin periodistas en la puerta. En el Sky Bar, el local del marido de Cindy Crawford, Vanity Fair organiza una noche para la "élite" de los jóvenes de Hollywood. Alrededor de la piscina, colchones con cojines de algodón blanco donde los invitados se recuestan y beben mojitos que remueven con caña de azúcar recién cortada. Del brazo de las invitadas -todas iguales- cuelga el ubicuo bolso baguette de Fendi; los invitados se debaten entre el aspecto de recién despertado y el de atormentado chico Prada. Si se divierten no se nota.

Con buen pie

La revista Details organiza en West Hollywood otra fiesta para mañana por la noche. "Para entrar con buen pie al fin de semana de los oscars", dice la invitación. La música en directo de Kruder y Dorfmeister animará a los cineastas indies. "Será una de las mejores", recomienda un habitual del circuito de las fiestas-oscar. En la lista de invitados, Steven Soderbergh, cuya película, Erin Brockovich, se ha convertido en el último éxito de Julia Roberts, hoy la actriz más poderosa de Hollywood; Stephen Dorff, la malencarada Minnie Driver, Charlize Theron; John Waters, Ed Sánchez y Dan Myrick, los directores del Proyecto de la bruja de Blair, entre otros.

El escritor Harold Brodky señaló una vez que los oscars no son sólo el escaparate de Hollywood al mundo, sino también el de Hollywood con el resto de Estados Unidos. El resto de Estados Unidos a veces declara la guerra contra los perfectos cachorros de Beverly Hills y populariza eslóganes como "Odiamos a Brenda", una campaña que llevó a la depresión a la heroína de Sensación de vivir.

Billy Wilder, recostado en su maravillosa silla Eames, dijo a un periodista en 1975: "Del mismo modo que todo el mundo odia a Estados Unidos, todo Estados Unidos odia a Hollywood. Existe el profundo prejuicio de que nosotros somos tipos superficiales que ganamos diez mil dólares a la semana y que no pagamos impuestos; que nos tiramos a todas las chicas; que tenemos piscinas dentro y fuera de la casa; que tenemos profesores en casa que dan clases a nuestros hijos de cómo subirse a los árboles; que cada uno de nosotros tiene dieciséis criados y que todos conducimos un Maserati. Pues, sí, todo esto es verdad. ¡Aunque os muráis de envidia!".

Por otra parte, uno de los dos detenidos el pasado lunes por el robo de las estatuillas, Lawrence Ledent, fue inculpado ayer por un juez de Los Ángeles, tras prestar declaración y declararse inocente. El otro detenido fue liberado por falta de pruebas. El juez ha fijado el 18 de abril para una nueva comparecencia de Ledent.

Desde la portada de El País Digital (www.elpais.es), tras los titulares del día, se puede acceder a los enlaces de los especiales sobre los oscars y Pedro Almodóvar.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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