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Salir de la clandestinidad

Vadean los muchos obstáculos cotidianos con resignación y casi siempre tratan de pasar inadvertidos para esconder su clandestinidad. Son los extranjeros inmigrantes que carecen de los papeles que les posibilitan caminar sin levantar sospechas. La ley de Extranjería actual les ofrece una oportunidad: regularizar su situación en España y tienen cuatro meses para hacerlo. Ayer, comenzó una cuenta atrás que finalizará el próximo 31 de julio. Sin embargo, no todas de las entre cinco y siete mil personas extranjeras que residen de manera ilegal en la comunidad vasca y en Navarra, , según estimaciones de las ONG, van a poder acogerse a la ley. Sólo podrán solicitar el permiso aquellos inmigrantes que demuestren que están en territorrio español desde el 1 de junio de 1999: aproximadamente unos 2.000 en el País Vasco y 600 en Navarra. El resto, seguirá buscando la manera de protegerse en la niebla de la clandestinidad.

"Ser clandestino es muy duro. Y si eres negro y de Guinea Bissau, creen que te dedicas al tráfico de drogas, sobre todo la policía". Se llama Jorge, tiene 32 años, llegó a España en 1994 y a Bilbao dos años después. Así que cumple el requisito fundamental que le permitirá cumplir su sueño, lograr el permiso definitivo.

"Soy albañil y trabajo en la construcción, pero, ahora no tengo derechos". Jorge ha sufrido cacheos y sustos, pero parece no guardar rencor a quienes le convierten en sospechoso por ser diferente que la mayoría de los que pasan a su lado. "Forma parte de la vida. Cuando emigras, ya sabes que lo que te espera es duro".

Para paliarlo, están las ONG y otros colectivos. Diego Jáuregui, de SOS Racismo, y Andoni Basterra, de Comisiones Obreras, salieron ayer a la calle antes de lo habitual. A las siete de la mañana, desplegaron una mesa frente a la puerta de la Delegación de Trabajo en Bilbao [junto a la subdelegaciones provinciales del Gobierno y las jefaturas superiores de Policía son los lugares donde se pueden solicitar los permisos] y esperaron la llegada de inmigrantes. Jorge fue uno.

"No ha habido ni colas, ni broncas, como otras veces, porque hay cuatro meses para tramitar la solicitud y eso se nota", explica Basterra. Y es que, la Administración quiere dejar muy claro que "no es determinante el orden en que se formalice la solicitud. Da igual llegar el primero que el último", coinciden fuentes de las subdelegaciones del Gobierno de Vizcaya y de Álava. Al no existir un cupo fijo de permisos para conceder, no es necesario hacer colas ante las oficinas, insisten.

Durante la primera jornada, apenas pasó una veintena de inmigrantes por las oficinas de Trabajos y Asuntos Sociales de Bilbao. En las otras capitales vascas la cifra fue aún menor. En las subdelegaciones de Gobierno las cifras fueron también pequeñas, igual que las que recibió la policía. En el conjunto del País Vasco, menos de 100 extranjeros acudieron a los puntos habilitados para solicitar permiso de residencia o pedir información. En la capital navarra pasaron cerca de otro centenar. Con toda seguridad, será la próxima semana cuando aumente el número de demandas. En esas fechas, previa cita, se reunirán los distintos colectivos que trabajan con los inmigrantes con la Administración para agilizar el proceso.

Chen, de 30 años, procedente del norte de China lleva cuatro años en Bilbao, pero no tiene trabajo y además está solo. Acaba de contar su caso en la Delegación de Trabajo. Los ecuatorianos Alicia, de 25 años; Bladimir, de 25; Patricio, de 20 y Nanci, de 45, han elegido la sede de CCOO. Excepto Nanci, que viene de Madrid, el resto lleva entre cuatro meses y una semana en España. "¿Es verdad que van a prohibir la entrada a los ecuatorianos", pregunta temerosa Alicia. Conocen el dolor y la soledad, "lo más duro, junto al frío".

Su anhelo es encontrar trabajo y poseer los anhelados papeles. Quizá así les den un trabajo. "Nos explotan mucho. Sembramos pinos. Somos 35 y todos inmigrantes porque nadie quiere ese trabajo", se queja Bladimir. Nanci, que abandonó Ecuador hace un año y dos meses, dejando allí a su marido y a su hijo, es la única que puede conseguir la documentación definitiva. Al fin, dejará de ser clandestina.

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