El plan de residuos municipales no avanza lo previsto mientras aumenta el volumen de basuras
El Programa Metropolitano de Gestión de Residuos Municipales (PMGRM), de aplicación en 33 municipios catalanes desde 1997, podría ver su futuro seriamente comprometido si dos de sus pilares básicos, la minimización de residuos y la recogida selectiva de materia orgánica, no alcanzan en un plazo breve los niveles previstos. Así se desprende de los datos presentados por diversos expertos durante la primera jornada sobre gestión de residuos municipales organizada recientemente por la Universidad Politécnica de Cataluña.
Según estos expertos, tan sólo la recogida de papel, cartón y vidrio se acerca en la actualidad a los valores previstos, mientras que los capítulos dedicados a materia orgánica y a plásticos están aún lejos del óptimo deseable. Pese a ello, según un informe dado a conocer en la misma jornada, el volumen de basura doméstica reciclada en 1999 fue del 21,1%, apenas medio punto por debajo de lo previsto (21,7%).En opinión de los expertos consultados, son varias las razones que justifican el desfase para varias de las fracciones de los residuos municipales. Por una parte, la generación de residuos municipales continúa creciendo a un ritmo que se sitúa sobre el 2,8% anual, aspecto que ha elevado la producción de basura doméstica a cerca de 1,3 kilos por persona y día. Por otra, las infraestructuras necesarias para dar salida a los productos reciclados, sobre todo en lo que refiere a materia orgánica, se encuentran en fase de construcción. Sin dichas estructuras, aseguran las mismas fuentes, la recogida selectiva "tiene poco sentido".
Políticas concretas
La minimización de residuos, explica Álvaro Feliu, consultor ambiental, es una "carrera de fondo" que depende de un "marco general adecuado", pero también de políticas y actuaciones concretas. Entre ellas, la puesta en marcha de la recientemente aprobada Ley de Envases o la aplicación de la directiva comunitaria que obliga a los productores a incorporar en el precio del producto el coste de la gestión de los residuos generados. Ambas normativas, considera Feliu, deberían conducir a una menor generación de basura o cuando menos a que buena parte de ella tuviera valor una vez reciclada. El resultado de la aplicación de las normas legales, aunque ya son vigentes en España, todavía "no es cuantificable".
En el momento actual, no obstante, el problema no es tanto efectuar una recogida selectiva eficaz como qué hacer con los materiales seleccionadas. El problema es mínimo en lo que se refiere al papel y el vidrio, ambos con mercado suficiente para absorber las cantidades recicladas. Éstas, según un informe presentado en la jornada por Josep Maria Sabater, de la Entidad Metropolitana del Medio Ambiente, se acercan al 12% y al 33% previstos por el programa.
Pero no sucede lo mismo con los plásticos y la materia orgánica. En el primer caso, el principal problema es de mercado. No existen por ahora suficientes aplicaciones para el plástico recuperado o reciclado, algo que, según fuentes del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat, es común en toda Europa. Y en el caso de la materia orgánica, añaden las mismas fuentes, la cuestión es que las cantidades recuperadas, del orden del 6,15% en 1999 (aproximadamente la mitad de lo previsto), a duras penas pueden ser tratadas en las instalaciones actualmente en servicio.
La puesta en marcha del primer ecoparc previsto por el programa metropolitano, actualmente en fase de construcción en terrenos de la Zona Franca, "dará un vuelco a la situación". El ecoparc debe absorber 100.000 toneladas de materia orgánica procedente de la basura doméstica, cantidad que debe transformarse en compost de calidad.
Para el año 2006, último de aplicación del programa, los tres ecoparcs previstos, junto con las instalaciones actualmente en funcionamiento, deben absorber el 60% del total de las basuras. De ellas, un 12% debe dedicarse a compost, un 18% a la producción de biogás y un 30% al reciclado de materia inorgánica (papel, cartón, vidrio y plásticos, fundamentalmente). Del resto, un 33%, debe ser incinerado y un 7% depositado en los vertederos controlados.
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