La moda busca su escaparate en los Oscar
En la recta final de los Oscar se habla de todo menos de películas. La moda y las revistas roban el protagonismo al cine. Ni la top model del año ni ninguna pasarela de París o Nueva York tienen la difusión de la ceremonia de los Oscar, y por eso los grandes diseñadores despliegan toda su seducción para captar a sus clientas más deseadas: las actrices candidatas. "Un vestido en los Oscar es mejor que un anuncio en la final de la Superbowl", escribe en The New York Times Merle Ginsberg.Ahora, lo que importa es si será el tejano Tom Ford y su sofisticado lujo para Gucci, o la neoyorquina Donna Karan los que arrebaten al italiano Giorgio Armani a la llamada dama de Hollywood: Annette Benning; o si Hilary Swank, la joven y moderna de este año (a la que algunos comparan con la Mia Farrow de La semilla del diablo), se decantará por Versacce, Karl Lagerfeld o Tom Ford -los tres le han ofrecido sus servicios- o por alguien más novedoso. "Annette es fiel a Armani, pero a mí me encantaría vestirla", dice Donna Karan, que se considera las más adecuada para la candidata, embarazada de nueve meses.
Si Benning acude a la gala o no está en manos de la naturaleza, ya que la actriz sale de cuentas ese mismo fin de semana y el parto de su cuarto hijo podría coincidir con la 72ª ceremonia de los Oscar.
Si todo son piropos para la mujer de Warren Beatty y su estilo "puramente americano", a una de sus rivales, Merryl Streep (que es candidata a un Oscar por decimosegunda vez en su vida, igualando el récord de Katherine Hepburn), la masacran. "Es una actriz brillante, pero vistiendo necesita un poco de ayuda", afirma Tom Ford. Si la batalla de la ropa todavía se está librando en los showrooms de las grandes firmas, la de las revistas tiene dos claros ganadores: Vanity Fair y GQ. La primera dedica su último número a Hollywood 2000 y despliega en un dossier de 44 páginas todo su poder de convocatoria. Ante las cámaras de Herb Ritts, Jean-Baptiste Mondino, Annie Leibovitz, Bruce Weber y Peter Lindbergh, entre otros, no se resisten ni los más famosos, ni los más reservados, ni los más veteranos.
Pero para España la sorpresa está en la portada. En una foto de grupo dedicada a las nuevas "promesas", Penélope Cruz aparece de rodillas junto a Wes Bentley y Mena Suvari, dos de los jóvenes de American beauty. Dentro, en un pequeño texto, se recuerdan sus trabajos en Belle Époque y Jamón, jamón, su interés por los problemas del Tibet y su encuentro hace unos años en Barcelona con el Dalai Lama. GQ limita su campo de acción a "los hombres más poderosos de Hollywood". En la portada , Tom Cruise y Harrison Ford demuestran que son todavía, y pese al paso de dos décadas, imbatibles.
John Wayne tenía su receta para ser un líder: "Habla despacio, habla bajo y habla poco". En el Hollywood de hoy, este viejo consejo de vaquero no iría muy lejos ya que ahora el chico no siempre consigue a la chica y el villano es a veces el héroe. La publicación, además, ofrece una curiosa clasificación en la que, por ejemplo, la era de los "hombres- completos" sería la de Harrison Ford, Jeff Bridges y Nick Nolte; la de los "arrogantes bastardos" la que impusieron William Hurt y Richard Gere; la de los "niños bonitos" la que llegó con Tom Cruise, Brad Pitt, Keanu Reeves y Johnny Depp, y la "fetal" la de Lonardo DiCaprio, Matt Damon y Ben Affleck.
Lejos ya de la época grunge de la generación de Depp (cuyo local, Viper Room, sigue siendo un buen sitio para cambiar el glamour rosa por el glamour un poco más sucio de los rockeros), en Hollywood lo que de verdad se lleva ahora es el revival de los setenta, el estilo Farrah Fawcett. Los ángeles de Charlie volverán este otoño, aunque con la corta melena de Drew Barrymore al viento.
Babelia
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