El campo catalán ha perdido más de 11.000 empleos en diez años
El arquetipo de agricultor catalán se está transformando en el de un empleado de una empresa agroalimentaria que trabaja en el campo a tiempo parcial y que cultiva la tierra de terceras personas o sociedades. Según el Instituto de Estadística de Cataluña, el campo catalán perdió un total de 11.050 puestos de trabajo entre 1989 y finales del pasado año. De las 94.640 unidades de trabajo que había en 1989, el pasado mes de diciembre solamente existían 83.570.
La reducción de los empleos agrícolas no ha afectado por igual a todas las explotaciones. Las que más la han sufrido han sido las familiares que, entre 1989 y 1997, perdieron más de 16.000 empleos. En cambio, el número de asalariados creció cerca de un 5,8% durante el mismo periodo. La mayor parte de ellos fueron contratados por las grandes empresas agrícolas que, en ocasiones, tienen la actividad agraria como uno más de sus negocios. La creciente concentración empresarial genera la pérdida de empleos. De las 88.450 empresas agrarias existentes en 1989, actualmente sólo quedan 68.449. Las más pequeñas se han difuminado entre las grandes explotaciones, que cada vez se llevan una parte más grande de la producción agrícola. Según el sindicato agrario Unió de Pagesos (UP), el 50% de explotaciones no generan ni la mitad de la renta media catalana.Los sindicatos agrarios catalanes piden medidas para frenar el abandono del campo. Andreu Ferrer, coordinador de servicios técnicos de UP, cree que hay que concienciar a las instituciones de que "es necesario favorecer que los payeses puedan vivir de la tierra, puesto que si no se seguirá desequilibrando Cataluña". La patronal agraria, en cambio, apela al realismo. El secretario general del Instituto Agrícola Catalán de Sant Isidre (IACSI), Jordi Victòria, considera que "no se puede luchar contra una tendencia que se impone en todo el mundo". Según Victòria, habrá que adaptarse a las "nuevas exigencias del mercado" y continuar con la transformación de las explotaciones familiares en sociedades con un trato fiscal más beneficioso.
La producción agrícola catalana creció un 18% durante el pasado año
Los sindicatos y la patronal tampoco se ponen de acuerdo en la valoración del hecho de que solamente uno de cada cuatro agricultores trabaja en el campo a jornada completa. Desde UP se considera que la cifra ilustra la grave situación del campo catalán. Además, desde este sindicato se recuerda que el número de agricultores a tiempo parcial no ha dejado de aumentar. Desde 1989 y hasta la actualidad, cerca del 5% de los agricultores ha abandonado la dedicación completa al campo.El secretario general del IACSI, Jordi Victòria, resta gravedad a la situación afirmando que los profesionales de la agricultura buscan mejorar cuando deciden combinar la agricultura con otras actividades económicas. "En el momento que el campo no les da para vivir, buscan otras salidas". Esta postura le lleva a criticar la feroz defensa de la dedicación agraria completa que ha caracterizado a UP. "Quieren hacer creer que si no te dedicas al campo al cien por cien ya no vales", asegura. Victòria también afirma: "Si nos cerramos en esta visión de la empresa agraria, el campo catalán va a morir". Por eso defiende el hecho de compaginar la actividad agraria con el turismo rural o con la pequeña industria de transformación.
La edad de los profesionales de la agricultura también preocupa al sector. Los titulares de las explotaciones agrarias superan, de media, los 55 años y el 26% de ellos ya ha cumplido los 65. A lo largo del último quinquenio ha crecido el número de empresarios menores de 35 años, pero este colectivo aún no llega al 8% del total.
A pesar de la pérdida de puestos de trabajo en el campo, la producción que sale de él ha experimentado un importante crecimiento durante los últimos seis años. El ejercicio de 1998 se cerró con una producción agraria total de 493.162 millones de pesetas, el 17,4% más que en 1989. El crecimiento de la producción agrícola fue aún más importante en 1996 y 1997, años en los que el campo catalán llegó a producir 531.841 millones de pesetas. Posteriormente bajó ligeramente a causa, básicamente, de la crisis del sector porcino del año pasado y por las inclemencias meteorológicas que afectaron al campo de Lleida.
El progresivo aumento de producción de las explotaciones agrarias catalanas se ha debido, básicamente, al auge del sector ganadero y, muy especialmente, del porcino. Éste es, precisamente, el sector que más ha cambiado con la llegada de las grandes empresas integradoras, que convierten al antiguo ganadero y pequeño propietario en un asalariado que cuida unos cerdos propiedad de la empresa integradora con el pienso y los productos farmacéuticos que también le son suministrados por la compañía.
Otro indicador que muestra la preocupante situación del campo catalán es el producto interior bruto agrícola. Esta cifra cayó, el año pasado, más del 4% respecto a 1998. También se ha notado un descenso importante en la renta de los agricultores. Mientras que en 1996 esta renta se encontraba situada en 224.700 millones, en 1998 ésta había caído hasta 179.900 millones.
Para resolver la situación, las organizaciones agrarias han puesto muchas esperanzas en la Ley Marco de Orientación de la Agricultura Catalana. Este documento, que estará redactado a finales de este año, será la base para establecer medidas de protección de la empresa familiar y para garantizar el mantenimiento del entorno a partir de la actividad agraria. UP espera que la ley sea el embrión de una política agraria catalana y la base para reformar el Departamento de Agricultura Ganadería y Pesca.
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