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PINOCHET VUELVE A CHILE

Maniobras, pactos y malas artes políticas y diplomáticas

Una parte de la historia secreta de las maniobras diplomáticas en el caso Pinochet tiene ya carácter público. El presidente de Chile, Eduardo Frei, y su ministro de Relaciones Exteriores, Juan Gabriel Valdés, acusaron en septiembre de 1999 al Gobierno de José María Aznar de haberles "engañado" al prometerles una solución -un arbitraje internacional- para el caso Pinochet que luego no cumplió. Valdés fue muy duro a mediados de septiembre de 1999 contra las autoridades españolas y amenazó a los empresarios españoles con que, si no persuadían al Gobierno de Aznar, sufrirían consecuencias.En efecto, el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, preparó la operación a finales de julio de 1999 -hasta envió a Santiago de Chile en misión secreta a Rodolfo Martín Villa, presidente de Endesa, para organizar el citado arbitraje-, pero luego dio marcha atrás, tras desvelar este periódico los antecedentes y detalles de tales maniobras (ver EL PAIS, domingo 1 de agosto de 1999 y días posteriores).

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Aznar y Matutes intentaron aprovechar las diferencias en el PSOE sobre el caso Pinochet para sacar adelante su pacto con el Gobierno chileno. Felipe González, expresidente del Gobierno, fue desde el arresto de Pinochet crítico con una acción extraterritorial de la justicia española. Buscaron, pues, que el secretario general del PSOE y candidato presidente, Joaquín Almunia, diera apoyo al pacto para solucionar el caso Pinochet a través de un arbitraje. Matutes se reunió con Almunia el 30 de julio para explicar su plan. Almunia rechazó las pretensiones de Matutes. El pacto naufragó y los chilenos protestaron. Pero no fue el único pacto. Ya en la cumbre de Río, Aznar anunció que si se liberaba a Pinochet por "razones humanitarias, el Gobierno español aceptaría la decisión del Reino Unido". Por entonces, esa salida no estaba a la orden del día. Porque Pinochet no presentaba problemas de salud.

En septiembre Valdés, según explicó el propio ministro en una larga entrevista concedida a este periódico en Nueva York (ver EL PAÍS, domingo 26 de septiembre de 1999), informó a Robin Cook, en el hotel One United Nations Plaza, frente a Naciones Unidas, donde se abría la asamblea anual, que el ex dictador había sufrido un agravamiento a raíz de dos ataques menores en el cerebro y que se corría el riesgo de que muriese en el Reino Unido. Valdés también dijo que Cook le había animado a aportarle los informes médicos. Que los pactos fueran secundados en el Gobierno Aznar con malas artes como ocultar al juez Garzón informes judiciales y cartas relacionadas con el caso, o filtrar informes médicos confidenciales, estaba fuera del libreto. Pero los pactos secretos generalmente incluyen estos accidentes.

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