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ETA VUELVE A MATAR

El Parlamento vasco resalta que la brutalidad nunca sustituirá al diálogo democrático

Pedro Gorospe

El obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, alabó ayer la figura del socialista alavés Fernando Buesa por su valentía en la defensa de sus ideas. "Tal vez los que lo han matado han pretendido acallar su voz libre", dijo ante su esposa, Natividad Rodríguez, y sus hijos. El funeral se celebró en la catedral nueva de Vitoria, abarrotada de gente mientras fuera se concentraban miles de personas que aplaudieron la entrada del féretro. Era el último capítulo de un día intenso en emociones que comenzó con una declaración institucional del Parlamento vasco que condenó los asesinatos y apostó por el "diálogo democrático".

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Monseñor Asurmendi se mostró convencido en la homilía de que el asesinato de Fernando Buesa era un intento de ETA por acallar "las denuncias de un avezado político al que el pueblo comprendía bien". Agregó, sin embargo, que los autores del crimen no van a conseguir su objetivo. "¿Quién es capaz de arrancar de este pueblo su firme voluntad de vivir en libertad y paz?".Era el final de un día cargado de emociones y tensiones. Las honras fúnebres al político socialista que concluyeron pasadas las nueve de la noche con el funeral en la catedral nueva, habían comenzado doce horas antes en el Parlamento vasco, apenas a 200 metros del templo. Varios compañeros de partido introdujeron el féretro con los restos de Fernando Buesa en la Cámara de Vitoria, cubierto con la ikurriña y la bandera del partido socialista.

Detrás del ataúd, numerosas coronas de las federaciones socialistas y de las instituciones alavesas y vascas adornaban un espacio que hasta tan sólo 24 horas antes el político socialista llenaba con sus palabras. El vacío por su asesinato sólo fue tímidamente cubierto ayer con un pleno extraordinario en el que los parlamentarios de todos los partidos, menos los de EH, que no aparecieron por el Parlamento, condenaron el crimen.

La declaración institucional calificó el asesinato de "atentado contra la libertad de todos los vascos que eligieron a Fernando Buesa y contra quienes diariamente debatían y dialogaban con él". Un atentado contra la pluralidad "que nos enriquece, contra la democracia, contra el diálogo" y que además "ataca los deseos de paz y convivencia de todos".

La declaración fue leída por el presidente de la Cámara, Juan María Atutxa, un hombre que como consejero de Interior estuvo en el punto de mira del mismo comando Araba que hace cuatro años intentó asesinar también a Buesa. "Ni esta criminal actuación, ni ninguna otra nos apartarán en el cumplimiento de los deberes que nos caben como representantes de este pueblo", leyó el presidente. "La brutalidad, la violencia y la inhumanidad no serán nunca argumentos para la convivencia", concluyó.

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Rosas rojas

Durante la lectura de la declaración el escaño de Buesa estaba ocupado por un ramo de flores y varias rosas rojas que depositaron sus compañeros. Minutos después de las 10 de la mañana había llegado el féretro a las puertas del Parlamento a hombros de sus familiares, y en presencia del lehendakari y de algunos consejeros del Gobierno vasco. Ibarretxe no pudo resistir la emoción y lloró ante el ataúd de uno de sus principales adversarios políticos desde que el PSE abandonó el Gobierno vasco, en el verano de 1998.

La presencia del presidente del PNV, Xabier Arzalluz, en la capilla ardiente generó un instante de tensión. Tras abrazarse con el hermano de Buesa, Jon, dirigente del PNV, Arzalluz sólo saludó a Txiki Benegas, presidente del PSE, y no al resto de dirigentes socialistas.

La eurodiputada del PSOE Rosa Díez, compañera de Gobierno de Buesa en el Gabinete tripartito del peneuvista José Antonio Ardanza, comentó en Tele 5: "Quiero pensar que [Arzalluz] no me saludó porque le dio vergüenza".

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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