_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La célula escrita VICENTE MOLINA FOIX

Vicente Molina Foix

Está estudiado que el amor a las cosas es posible y depredador. Karl Marx primero, y Georges Perec después, nos avisaron del peligro de la cosificación; el filósofo más dialécticamente, el novelista francés más sarcásticamente en esa deliciosa "historia de los años sesenta" sobretitulada Las cosas, que narra la vida de una pareja francesa media habitante, al igual que todos sus amigos, en "pisitos simpáticos abarrotados de cosas". Qué lástima que el formidable animador del OuLiPo muriese tan prematuramente en 1982, porque me imagino la coña potencial de Perec describiendo una sociedad en la que el más preciado símbolo de civilización e independencia resulta ser un utensilio portátil que convierte a sus poseedores en teléfonos andantes, no en caballeros. ¿Cuándo llegará la gran novela del Hombre-Móvil, con o sin cualidades, escrita a lo Musil o a lo Perec? (Demos mientras a Dios lo que es de Dios, reconociendo el papel de adelantado, también en esto, de Wojtyla y su ubicuo, comunicativo Papa-Móvil).A la vanidad de poseer artilugios celulares y poder recibir y emitir llamadas a todas horas y en todo lugar, se contrapone un orgullo menor y sedentario, fijo, para entendernos en el lenguaje de la nueva era. La posesión y acompañamiento del libro. En Lo peor no son los autores, sus chispeantes memorias -o antimemorias, dado el cariz adversativo de muchos de los retratos-, el editor Mario Muchnik cuenta una anécdota conmovedora de Elias Canetti. Estaba el escritor en su casa hablando con Muchnik y se refirió a los cuadernos de Valéry; sin dejar de hablar, extendió una mano hacia la estantería de la biblioteca que tenía detrás y buscó el ejemplar en cuestión, pero no dio con él. "Cosas de la vejez", dijo Canetti entristecido. Al cabo de un rato, después de darse una palmada en la frente, Canetti encontró el libro buscado y le hizo una confesión a su editor: "Cuando era más joven mis amigos me vendaban los ojos como una gallina ciega, me hacían girar varias veces sobre mí mismo y luego me decían: '¡Madame Bovary!', y yo iba directamente al estante de Flaubert y ponía el dedo en Madame Bovary. '¡Odisea!', y sin titubear, siempre vendado, iba a la estantería correspondiente y sacaba la Odisea.

Enorme biblioteca la de Canetti, pequeñísima la de otro gran escritor, García Márquez, que regala los libros después de leerlos y viajando en tren cierta vez -también lo recoge Muchnik- arrancaba las páginas de una novela a medida que las leía, se las pasaba a su mujer en el asiento contiguo, y todas iban siendo arrojadas, tras la lectura matrimonial, por la ventanilla.

Leer en el tren, en el metro, en coches particulares (los que no se mareen), durante la comida, como monjes. Toda persona que saca a la calle un libro me inspira cariño, y es casi seguro que tras su facha desconocida se esconde alguien con quien podría hacer buenas migas. Pero con los libros leer no lo es todo, al menos para mí. Tenerlos, verlos, buscarlos en un momento dado de la noche a ciegas o sabiendo a ciencia cierta su lugar. La biblioteca es el alma callada y sin hilos de tu casa. Y con una ventaja: si tú quieres que hable, abre una página y el libro te hablará, sin más interferencias que las de tu atención.

Guardar los buenos libros leídos sí que es un tesoro de mensajes acumulados. Pero también están aquellos volúmenes que aún no han respondido. La emocionante promesa del libro nuevo.

A los que tenemos muchos libros en casa los amigos sencillos nos suelen hacer dos preguntas: ¿te acompañan?, ¿los has leído todos? A lo primero digo que sí; me acompañan, me dicen lo que no recuerdo y me aclaran quién fui. Y naturalmente que no los he leído todos; ¿cómo seguiría, si no, vivo, deseoso y abierto al misterio? A la cama siempre me voy con uno en las manos, y sé que sus intactos camaradas de estante me esperan, pero sin impaciencia. Sin pedirme la vez con un pitido.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_