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Raúl Veiga estrena en gallego el melodrama 'Arde amor'

Xosé Hermida

"El romanticismo está muy metido en la cultura gallega", dice el realizador coruñés Raúl Veiga para justificar el tema de su segunda película, Arde amor, estrenada la pasada semana en su versión gallega y que dentro de unas semanas se verá en los cines de toda España. Con un presupuesto de 123 millones de pesetas y un reparto que encabezan Rosana Pastor, Sergi López y Chete Lera, Veiga ha hecho un melodrama que es un alegato "postromántico" por un amor desprovisto de su elemento trágico. Veiga debutó en el cine en 1994 con La mitad de la vida, tras muchos años ligado al también realizador gallego Xavier Villaverde, para el que escribió el guión de su primer largometraje, Continental. Pero Arde amor es una criatura exclusivamente de Veiga, guionista, director y productor ejecutivo.

Antiguos novios

La película está rodada íntegramente en A Coruña y sus alrededores y cuenta una historia sustentada en la clásica estructura circular, que se abre con una tragedia y va caminando inexorablemente hacia el dramático desenlace final. Arranca con el suicidio de una pareja que se quita la vida para evitar que su desbocada pasión se oxide. Los motivos que los empujaron a tomar su drástica determinación van conociéndose a través de tres amigos, dos de ellos, los antiguos novios de los fallecidos (Rosana Pastor y Sergi López) y el tercero, un tipo solitario (Chete Lera). Ranxel, el personaje de Lera, se parapeta en su actitud cínica y su morbosa atracción por la muerte, pero ama en secreto a Modia, traductora de alemán y apasionada de los escritores románticos, a quien interpreta Rosana Pastor. Atormentados por los recuerdos, los tres amigos acaban enredados en un inevitable triángulo amoroso.

Veiga reconoce que ha querido hacer "una película de intenciones". "Cuando el cine no tiene intención alguna, se nota demasiado", comenta el director. El propósito es hacer una relectura del amor romántico, la defensa de un tipo de amor "que arde pero no quema", como dice el personaje de Sergi López para condensar la idea contenida en el título. "El romanticismo presenta una justificación de la vida por el amor llevado a sus consecuencias más trágicas", apunta Veiga, "yo quiero reformular esa idea, defender un amor intenso y lúcido a la vez, que se mantiene sin estar permanentemente al borde del volcán".

A contracorriente de la moda y pese a que la historia se prestaba a la exhibición carnal, Veiga prescinde por completo del sexo. Su única presencia es un breve plano de Rosana Pastor, de espaldas, haciendo el amor con Sergi López. "Fue algo a lo que le di muchas vueltas y, de hecho, había una secuencia rodada bastante más larga", explica, "pero llegué a la conclusión de que el cine ya ha explotado todas las formas de representación de la sexualidad".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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