El Gobierno regional decreta el cierre de cinco bingos por no pagar 400 millones en impuestos Otros cinco locales han dejado de funcionar durante el último año por falta de rendimiento
La Dirección General de Tributos de la Comunidad ha cancelado la actividad de cinco bingos de la región en el último semestre por graves infracciones fiscales. Las salas no pagaron el impuesto de los premios, por lo que la Consejería de Hacienda ha suspendido el funcionamiento de estos negocios, que han podido contraer unas deudas cercanas a los 400 millones de pesetas. Actualmente, la Comunidad se queda, por término medio, con un 6,5% de la cuantía de cualquier bingo cantado en las 90 salas que hay en la región, lo que supone unos 6.500 millones (30.000 para la Administración central).
Además de los cinco bingos de Madrid clausurados ahora por orden gubernativa, otros cinco han dejado de funcionar durante el último año a causa de la crisis que azota al sector en la última década. En 1990 había 140 salas en Madrid y hoy sólo sobreviven 90, según Omega y Asejo, las dos patronales de un sector en decadencia.El director general de Tributos, Luis Gimeno, reconoce que las deudas tributarias han condenado al menos a cinco bingos. "No se trata de un dinero proveniente de beneficios que ocultan y no pagan, sino del dinero que le han detraído del premio al jugador para entregárselo a Hacienda y luego, sin embargo, no lo dan a la Administración", explica. Además, estas salas deudoras no han podido abonar el aval y la fianza de 7,5 millones que exige el Gobierno regional para renovar la licencia a las salas.
Los locales cerrados están en las calles de Doctor Esquerdo, vía Carpetana, Velázquez, O'Donnell y El Escorial. Los bingos Villanueva, Cuzco, Aramo, Centro Asturiano y Valdemoro se han visto abocados a la clausura por falta de rentabilidad, quiebra o graves pérdidas. "Han renunciado a seguir en la actividad, han presentado suspensión de pagos y alguno incluso no ha renovado el contrato de arrendamiento que tenía", añade Gimeno. Éste reconoce que es fácil descubrir a los morosos: "Cuando alguno no paga los impuestos, se destapa rápido por el inventario de los cartones que las salas adquieren en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. En este sector no puede haber trampas".
Los dueños de los bingos madrileños ya consideraron injusto hace dos años el impuesto regional que grava los premios de este juego. Consideraban que, como ya les grava con un impuesto el Ministerio de Hacienda, la tasa regional "resulta injusta, pues supone una doble imposición", y vaticinaban un periodo de ruina para sus negocios. No les faltaba razón, ya que mientras las loterías públicas siguen en ascenso y se consolidan, los bingos continúan desapareciendo y desgastándose.
La Consejería de Hacienda considera, sin embargo, que el sector está saneado y apuesta por hacer un nuevo reglamento, consensuado con los empresarios, para liberalizar el precio de los cartones, flexibibilizar los premios e impulsar de nuevo el bingo simultáneo, que actualmente no funciona.
La patronal admite que la época dorada de los bingos se truncó en los noventa y que esa mala racha aún perdura. "Estamos en una época díficil", admite Rafael López Quero, gerente de Asejo, que agrupa a un 60% de los empresarios. "Los impuestos son altos y los ingresos no son tantos, por eso han cerrado tantas salas pequeñas y se mantienen las fuertes", añade.
La Asociación Omega, que agrupa a unos 35 empresarios y entre cuyos requisitos de admisión figura estar al corriente de pago con Hacienda, reconoce que el sector sigue en declive. Manuel Matamoros, asesor de Omega, cree que los bingos están en crisis porque no hay competencia en el sector.
Actualmente, los bingos deben cerrar a las tres de la madrugada excepto los fines de semana (a las 3.30). Los empresarios consideran que hay días, sobre todo los sábados, en los que las salas están abarrotadas a esa hora y que podrían estar abiertas dos horas más.
Otra petición de los empresarios estriba en el precio de los cartones. Ahora se venden a 300 pesetas y aspiran a establecer tarifas diversas en función de cada partida. " Nuestra idea es que haya una flexibilidad, y estamos dispuestos a llegar a acuerdos siempre que se establezcan unos límites", dice Gimeno. "Adecuándonos al futuro inmediato, la idea es poner cartones de uno, dos y tres euros en diferentes partes de la sala para dividir las zonas de juego".
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