_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un ejemplo

Una vez remansadas las aguas del triunfo de Solas, se pueden vadear mejor las reflexiones sobre esa película ejemplar. Hay muchas maneras de acceder en este caso a una opinión pertinente. Pero yo voy a centrarme ahora en la más llamativa y, probablemente, en la menos ponderada al norte de Despeñaperros, pero que ya ha merecido entre nosotros algún que otro agradecido y oportuno comentario. Me refiero en concreto a la limpia noción de Andalucía que comparece en esa película y que constituye, a mi entender, una de sus más netas y operativas lecciones. Y eso ocurre, además, sin que el espectador lo asimile de forma demasiado inmediata o directa, sino a través de una simple y paulatina identificación con los intachables designios dialécticos de Benito Zambrano.Al margen de sus notorias calidades artísticas y de su palmaria solidez técnica, al margen también de la memorable labor de los actores, Solas viene a ser la contrapartida, como tal película hecha en Andalucía, de todas las precedentes películas realizadas en Andalucía. Ya lo señalaba Félix Bayón en su columna, a propósito de los tres ejes sobre los que, según él, ha girado el cine andaluz: "Lorca y lo lorquiano, lo taurino-racial y el folklore-musical". Cierto. Incluso me permitiría añadir que la superchería ha contaminado también a quienes han pretendido enaltecer el rango más engañoso y trivial de nuestros inveterados tópicos costumbristas. Prácticamente todos los exponentes de ese cine -y de ese teatro- se han centrado en la nefasta tarea de reiterar lo que, siendo lo más divulgado, es también lo más falsamente andaluz: el pseudoflamenco, el gracejo ramplón, las pretenciosas faramallas populistas, toda esa quincalla meridional a que se refería Ortega.

Resulta innegable que Solas es una película cuya acción se desarrolla en Andalucía. El clima social, el habla, los escenarios de la vida cotidiana, los trámites psicológicos, todo remite a una realidad física y humana consecuentemente andaluza. Pero jamás se dice, en ningún momento el director -el guionista- ha necesitado recurrir a la menor referencia expresiva para recalcar esa localización. Ni siquiera se insinúa a este respecto un atisbo musical, una ocurrencia accesoria, una pista: sólo la fonética sirve de inevitable indicativo geográfico. Lo que pasa es lo que pasa, la dramaturgia carece de nacionalidad, no importa dónde se manifeste. Qué distancia magnífica entre esa versión de la vida andaluza por dentro y las externas mixtificaciones al uso.

Se ha dicho tanto que conviene repetirlo: si se sondea en lo local se llega a lo universal. Benito Zambrano se ha asomado a una hondonada moral de su propia tierra y ha encontrado un mundo verdadero. Por Lebrija también discurre la historia cabal del cine. Ignoro cómo se desarrolló el festejo de los premios Goya, pero me imagino que el director de Solas se sentiría un poco en los extrarradios de esos rifirrafes. Leí además en este periódico una honrada declaración suya: confesó que, en lugar de cantarle al príncipe Felipe -como hizo Almodóvar- esa perla de salón yanqui llamada Cumpleaños feliz, le hubiese gustado decir: "Salud y República, hermano".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_