El derrame de cianuro procedente de Rumania llega al Danubio a su paso por Yugoslavia Las autoridades cortan el suministro de agua potable a 2,5 millones de personas
La contaminación de cianuro procedente de Rumania llegó ayer al Danubio yugoslavo. Las aguas contaminadas del afluente Tisza se vertieron en el gran río al mediodía, en Stari Slankamen, a unos 50 kilómetros al norte de Belgrado. Grandes cantidades de peces muertos flotaban en el agua, según confirmaron los pescadores de la zona. Como consecuencia, 2,5 millones de personas carecen de agua potable. El volumen de cianuro es 700 veces más alto de los niveles permitidos. Todo empezó con la rotura de una balsa minera el pasado 30 de enero.
Stari Slankamen es una localidad pesquera en la que el Tisza desemboca en el Danubio. Al menos dos toneladas de peces muertos se han recogido en el Tisza desde el pasado viernes, según estimaciones del ministro yugoslavo de Medio Ambiente, Branislav Blazic.Ese día las autoridades yugoslavas midieron dos milígramos de cianuro por litro de agua, pero Blazic indicó ayer, aunque sin dar cifras precisas, que la concentración de cianuro "disminuye de hora en hora". La tasa máxima permitida es de 0,1 milígramos por litro, según la Universidad de Novi Sad, en la región de Vojvodina, al norte de Yugoslavia.
La catástrofe se produjo al romperse una balsa de contención de una solución de cianuro en la mina de oro de Sasar, al norte de Rumanía, propiedad de Aurul, una empresa australina. Se trata de un accidente que recuerda en cierto sentido al registrado en la localidad onubense de Aznalcóllar.
Unos 100.000 metros cúbicos de veneno afluyeron al río Szamos, hacia Hungría. Por tanto, la contaminación ha recorrido ya Rumanía y Hungría, y ahora, a través de Yugoslavia, puede alcanzar Bulgaria, hasta desembocar en el estuario del Mar Negro.
Cadena alimentaria
Un experto de Novi Sad, Bozo Dalmacija, alertó ayer de otro peligro inminente: "Las aguas del Tisza se utilizan para la irrigación de los cultivos, y no serán de fiar hasta que haya pasado definitivamente la contaminación. Eso puede ser largo". Según Dalmacija, los peces "no son más que el último eslabón de la cadena alimentaria. Pero hay que contar también con lo que va a ocurrir con los cangrejos, los caracoles, las plantas acuáticas, que constituyen la comida de los peces. Todo eso ha sido destruido". Jozef Buzoganji, del Instituto de la Protección a la Salud de Subotica, estima que "los peces que hayan sobrevivido ahora inevitablemente morirán después, porque el cianuro habrá destruido toda la flora y fauna de las que se nutrían".
Los pescadores de la zona establecieron ayer de inmediato equipos para limpiar en lo posible las aguas y las márgenes, tratando sobre todo de que no se amontonaran los peces muertos.
Sintomáticamente, los pájaros han abandonado las cercanías de Stari Slankamen. "Se han dado cuenta de que no pueden comer los alimentos provenientes del Tisza", explica Ferenc Kasza, ecologista.
Hungría ha solicitado ya compensaciones económicas por la catástrofe medioambiental. El Gobierno rumano deberá responder por la contaminación ante el Tribunal Internacional de Justicia.
El presidente de la comisión parlamentaria de Medio Ambiente de Hungría, Zoltan Illes, ha acusado a la empresa Aurul de colonialismo. "La naturaleza ha sido destruida", dijo Illes. "La salud de miles de personas se ve amenazada por la aplicación de tecnologías que no serían permitidas ni en Australia ni en Europa Occidental".
La comisaria comunitaria de Transportes y Energía, Loyola de Palacio, anunció que solicitaría una ayuda especial de la Unión Europea para limpiar la contaminación.
Este tipo de envenenamiento es conocido desde hace siglos, especialmente en las actividades relacionadas con la metalurgia y la minería. El cianuro provoca la muerte al bloquear la respiración de las células. La intoxicación se traduce en ansiedad de la víctima, en dolores de cabeza, vértigos, estados de confusión y palpitaciones. Cuando el envenenamiento es severo, la parada respiratoria y la muerte se producen en minutos.
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