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El canciller austriaco promete indemnizar a los 'esclavos' del nazismo

Mil cuatrocientos agentes de policía y 600 gendarmes formaron un cerco de seguridad alrededor del Parlamento de Viena para prevenir de posibles disturbios la sesión de la Cámara de Diputados en la que el nuevo canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, anunció ayer en su declaración de gobierno que el Ejecutivo austriaco intentará indemnizar a las víctimas de los trabajos forzados durante la época nazi "tan pronto como sea posible".

"El Gobierno compensará a los trabajadores forzados durante la época nazi a la luz del informe de la comisión de historiadores, y teniendo en cuenta la responsabilidad de las empresas implicadas", declaró el canciller. Esta semana, el populista Jörg Haider se mostró partidario de esa medida, pero dijo que también se debería indemnizar a los sudetes (la minoría alemana de los Sudetes, expulsada del territorio checo a Austria tras la Segunda Guerra Mundial) y a los prisioneros austriacos de guerra.Schüssel encargó a la ex presidenta del Banco Nacional, Maria Schaumayer, de 68 años, de este asunto, que quedará bajo la responsabilidad del Ministerio de Exteriores. El pasado año se creó una comisión de historiadores para investigar lo ocurrido con los bienes expoliados a 200.000 judíos austriacos y sobre el tema de los conocidos como esclavos del régimen nazi. Según esta comisión, aproximadamente un millón de personas se vió obligado a trabajar en Austria, anexionada por Hitler en 1938. En su declaración de gobierno, Schüssel aseguró que "Austria no se ha transformado en estos días". "Lo que ha cambiado es la perspectiva desde la que se mira nuestro país", puntualizó.

Los socialdemócratas, que se estrenaron en la oposición, inculparon al nuevo Gobierno, formado por el Partido Liberal (FPÖ), dirigido por Jörg Haider, y el Partido Popular (ÖVP), por haber causado "la mayor catástrofe de la Segunda República". Schüssel dijo que las medidas de la Unión Europea contra Austria "no tienen cobertura ni en el espíritu ni en el texto de los tratados europeos".

Contra los temores de Bruselas ante el ascenso al poder de una ultraderecha antieuropeísta, la declaración de gobierno pone de relieve que "Austria tiene ahora una oportunidad histórica con la ampliación de la Unión Europea (...). Queremos que los países vecinos también compartan nuestra Europa común. Sólo así se garantiza la paz y la estabilidad. La ampliación nos trae ventajas económicas, sociales y culturales". Con sus socios ultraderechistas, los conservadores definen ahora su voluntad de "estrechar las relaciones con la OTAN a fin de abrir la perspectiva de un futuro ingreso a la Alianza militar". De momento, Austria se pronuncia a favor de una política de seguridad y de defensa común de la Unión Europea.

El programa de gobierno, en particular las reformas económicas y sociales, fue recibido con desconfianza y fuerte rechazo por parte de la oposición. Aunque Austria es el tercer país más rico de Europa, con un nivel de paro del 4,5% y una inflación del 0,6%, el jefe del grupo parlamentario del FPÖ, Peter Westenthaler, se quejó de "la dura herencia" dejada por los socialdemócratas, a quienes acusó de haber mantenido una "política presupuestaria errónea". El ex ministro de Finanzas Rudolf Edlinger, socialdemócrata, calcula el déficit en 240.000 millones de pesetas.

[Ayer, en París, los presidentes francés, Jacques Chirac, y español, José María Aznar, volvieron a arremeter contra la entrada del ultraderechista FPÖ en el Gobierno austriaco. Chirac dijo que Austria, de algún modo, "ha roto el contrato que firmó [con los valores democráticos] cuando entró a la UE". Aznar volvió a pedir al Partido Popular Europeo que expulse al ÖVP de sus filas, informa Reuters.]

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