_
_
_
_
FERIA DE VALDEMORILLO

Ya la bailamos

Llegamos... y ya la bailamos. Ya la ballem suelen decir en países valencianos, sobre todo cuando apenas iniciarse la cuestión irrumpe el barullo. Por los países castellanos se suelen expresar con mayor crudeza; o sea, a la pata la llana: "Aun no empezamos y ya pringamos". Y eso es lo que sucedió. Apenas empezó Valdemorillo, las primarias a la manera de New Hampsire, ya la bailábamos y los taurinos ya la estaban pringando. Como en New Hampsire, Valdemorillo da el barrunto da la temporada, y consistió en una ruina de toros, una desdicha de presidente, un taurinismo impresentable, un público hecho a prueba de paciencia.

Los novillos sacaron la encornadura escasa, la invalidez supina, la docilidad que se lleva. Los toreros traían la lección bien aprendida, que desplegaron con entusiasmo digno de mejor causa y el presidente se puso a dar orejas aunque no las pidiera nadie. Hubo protestas por ello. Aunque tampoco muchas. La gente no quería amargar lo a gusto que se estaba en la plaza valdemorillana, contemplando por sobre las talanqueras un panorama bellísimo de sierras floridas aún coronadas por las nieves, bajo un cielo limpio y sintiéndose arrullar por la cálida caricia de un sol que venía anunciando la primavera.

Lorenzo / Robleño, Fandi, Saavedra Cinco novillos de Carmen Lorenzo y 6º de Hermanos Gutiérrez Lorenzo, justos de trapío, escasos de pitones, inválidos, dóciles

Fernando Robleño: pinchazo, estocada corta y rueda de peones (oreja sin petición, abroncada); metisaca, estocada delantera y rueda de peones (dos orejas con insignificante petición y algunas protestas). El Fandi: pinchazo y estocada (silencio); estocada trasera (oreja con insignificante petición y algunas protestas). Julio Pedro Saavedra: bajonazo escandaloso (oreja con escasa petición, protestada); pinchazo y rueda de peones (aplausos). Plaza de Valdemorillo, 1ª corrida de feria. Lleno.

Disfrutar del trapío

Y, además, apenas había aficionados de aquellos que acudían a Valdemorillo ansiando sacudirse el largo letargo de invernada y disfrutar del trapío, la casta y el poder de los toros bravos. En este ruedo llegaron a soltar toros de seis años exhibiendo más espolones que el gallo de Morón. Y con ellos se empleaban a fondo unos toreros que se sabían medidos, juzgados y hasta psicoanalizados por la sesuda afición de Las Ventas.

Los tiempos han cambiado. De unos años a esta parte ciertos taurinos y el propio alcalde de Valdemorillo, que parece del gremio, esta feria de San Blas y la Candelaria la han convertido en una cualquiera donde salen toros tan docilones e inválidos como en todas partes. Y los toreros de la único que pueden dar medida es de la pericia pegapasista y de la disposición.

Fernando Robleño cumplió, en este sentido, todas las expectativas. No mucho en su primer novillo, un penoso inválido con el que estuvo bastante vulgar, a plena satisfacción en el cuarto al que embarcó con temple y largura por derechazos y naturales. Julio Pedro Saavedra mejoró la calidad torera pues sobre templar y mandar ligaba los pases, lo cual supone gran mérito y es gran novedad en esta época de figuras trotacaminos que semejan repartidores de pizzas. Se daba Julio Pedro Saavedra otro corte, distinta apostura, un sentido más hondo del arte de torear. El Fandi, en cambio, dio la impresión de encontrarse sin tono. Menos entusiasta que en sus principios, aunque lanceó y muleteó variado, sus faenas resultaron inconexas, monótonas y sólo lució en banderillas, principalmente al prender el famoso par del violín.

Por el callejón bullían diestros sesentones retirados, que vuelven a la liza. Y hacen bien: es su hora. Con esa ruina de toros que ahora sueltan y la torería que atesoran, si se lo propusieran podrían mandar a más de una joven figura a los albañiles.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_