Dos palizas sin denunciar
El juez Santiago Vidal manifiesta en la sentencia, que condena a Sergio Peregrín por un delito contra la integridad moral, que este caso es un paradigma de los recelos que aún existen entre las mujeres para denunciar los malos tratos, ya que la víctima, una joven de 24 años, había sufrido dos palizas por parte del agresor, que no fueron denunciadas.Tales agresiones se produjeron en 1996 y 1997, durante los cuatro años de noviazgo de la pareja. La sentencia declara que "la experiencia forense demuestra que no es extraño que quien ha sido maltratado física y psíquicamente por su pareja, por temor o por una errónea interpretación de sus deberes conyugales, no se avenga a hacer públicas las agresiones sufridas".
Otra consideración de la sentencia es la de que este tipo de víctima "se autoengaña pensando que la persona querida acabará cambiando de comportamiento", a pesar de que dicha actitud refuerza "la tendencia impulsiva del autor".
El condenado deberá indemnizar a la víctima con 250.000 pesetas por daños morales y 280.000 por daños físicos.
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