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La Iglesia española acapara el 'catálogo de mártires del siglo XX' con 10.000 propuestas

Los datos enviados al Vaticano presentan a España como la nación martirial por excelencia

El órdago de santos y beatos que la Iglesia española reclama del Papa no tiene parangón. Según sus 83 obispos, la España católica fue a lo largo del siglo XX la nación martirial por excelencia. El Vaticano acaba de facilitar las cifras a través de la Comisión de los Nuevos Mártires del Jubileo, cuyo "catálogo" provisional incluye a 10.000 españoles. La mayoría murió entre 1931 y 1939 y, tras el Concilio Vaticano II, Pablo VI ordenó paralizar sus causas de beatificación para no reabrir heridas de la guerra civil. Pero Juan Pablo II parece decidido a culminar parte de esos procesos en este año jubilar. Es la vuelta al pontificado de Pío XII y su consideración del golpe militar del general Franco como "cruzada".

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El martirio es la antesala más rápida, según la tradición católica, para acceder a la categoría de beato o a la más elevada de santo. La Comisión de los Nuevos Mártires del Jubileo surgió en 1995 ante el interés de Juan Pablo II por recordar la memoria de los católicos que murieron por defender sus convicciones religiosas. El presidente de esa comisión, Michael Hrynchyhyn, hizo el pasado jueves en Roma, durante el simposio Mártires del siglo XX: venerar a Cristo a través de ellos, las sumas de todos los países y concluyó que la mayoría de esos mártires del siglo XX son españoles. El recuento que han hecho los 83 prelados en activo en España habla de 10.000 mártires en los últimos 100 años, un guarismo que apabulla en términos absolutos pero que resulta más espectacular si se compara con el siguiente país en la relación martirial, México, con dos centenares de propuestas.La relación de las beatificaciones y canonizaciones también pone en evidencia la desmesura de la propuesta que ha elevado a Roma la jerarquía española. Durante sus 21 años de pontificado, el más largo de este siglo, Juan Pablo II ha canonizado a 282 personas y ha beatificado a 828. En total, 1.110 causas, tantas como las concluidas por sus siete predecesores en el siglo. De ellas, 405 lo fueron por causa de martirio, y más de la mitad (239) eran españoles.

Ceremonias 'estrella'

El historiador Vicente Cárcel, uno de los participantes en el simposio celebrado la pasada semana en Roma, declaró que la documentación aportada por la Iglesia española sobre sus mártires del siglo XX "es rigurosa". "Sabemos que 13 de ellos fueron obispos; unos 7.000, sacerdotes o religiosos, y alrededor de 3.000, personas ligadas a Acción Católica", dijo. "El siglo XX ha estado marcado por los totalitarismos, es decir, el comunismo y el nazismo, y por eso es el periodo de la historia en el que se han producido más mártires", añadió Cárcel.

El Vaticano dice que aún queda por concretar el número total de mártires en otras partes del mundo. Sin embargo, el borrador de ese catálogo deberá estar en manos del Papa en los primeros meses de 2000, porque Juan Pablo II ya ha anunciado para el 7 de mayo, en el imponente Coliseo Romano, la conmemoración ecuménica de los mártires del siglo XX, además de otras tres grandes ceremonias de beatificación o canonización para los días 5 de marzo, 3 de septiembre y 1 de noviembre. El Papa quiere convertir esos actos en los más emblemáticos del año, tras la jornada estrella del Jubileo 2000, convocada para el 8 de marzo, Miércoles de Ceniza, que consiste en una "procesión penitencial de petición de perdón" desde la basílica de Santa Sabina, en el Aventino, hasta el Circo Máximo y la posterior imposición de la ceniza.

Además de la beatificación de las víctimas de la guerra civil española, la Iglesia tiene en marcha procesos que afectan a católicos fallecidos de muerte natural. La causa más destacada afecta a Ángel Herrera Oria (Santander, 1886-Madrid 1968), un abogado del Estado que se ordenó sacerdote a los 56 años, participó como obispo en el Concilio Vaticano II y poco después, en 1965, a sus 79 años, fue nombrado cardenal por el papa Pablo VI.

Fundador del periódico El Debate, Herrera Oria promovió en 1931 el partido Acción Nacional, y fue un líder conservador de influencia desde la Asociación de Propagandistas Católicos, de la que fue el primer presidente, un grupo que más tarde daría soporte ideológico y apoyo al Estado nacionalcatólico del dictador Franco. "España no puede patrocinar a quienes se empeñan en separar dos cosas que por su naturaleza son inseparables: la Iglesia y el Estado", pensaba Herreera.

Pero no fue un franquista incondicional, siguiendo los pasos de su amigo Gil-Robles. En 1936, Herrera abandonó España para ingresar en el seminario de Friburgo (Suiza) y, terminada la guerra, el dictador, que ya había prohibido la publicación de El Debate, puso dificultades para su regreso (lo consideraba un peligroso modernista y, además, político), así que se refugió en una parroquia de Santander hasta su nombramiento, en 1947, como obispo de Málaga.

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