El gran Nebolsin
Dentro del ciclo La escuela de Bashkirov, organizado por la Fundación Albéniz, la Universidad Politécnica y el Ayuntamiento, actuó uno de los jóvenes y ya grandísimos representantes del piano en el siglo XXI: Eldar Nebolsin, nacido en Tashlent (Uzbekistán) en 1974. Como Arcadi Volodos, Jonathan Gilad, Dimitri Alexeev, Dang Thai Shon o Demidenko, Eldar Nebolsin nos dice, desde su arte y su técnica, las excelencias de la escuela de Bashkirov, reflejo fiel de un maestro y concertista excepcional que, por fortuna, está con nosotros, desde hace años, en la Escuela Reina Sofía.Nos demostró en esta ocasión Nebolsin cómo se puede hacer pianismo grande y trascendente, dominador e incluso espectacular, sin apartarse de la honda pureza musical. A los 25 años, el Premio de Santander 1992 comunica con potencia los secretos de una individualidad diferenciada a través de propuestas tan distintas como las Variaciones Heroica, de Beethoven, el Andante spianato y gran polonesa, de Chopin, y la Sonata en la mayor, opus 82, de Serguéi Prokófiev, a lo que añadió propinas de Rachmaninov, Chopin y Jaroslav Jezek (Praga, 1906-Nueva York, 1942).
Ciclo de la Fundación Albéniz E
Nebolsin, pianista. Obras de Beethoven, Chopin y Prokófiev. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de enero.
Dispone Neboldin de todo un repertorio de ataques capaz de defender con primor y brillantez extremada el mensaje de todos los autores que interpreta; la calidad de su sonido, incluso en los pasajes percusivos de Prokófiev, jamás se quiebra, pero en pentagramas como el Andante spianato consigue una poética sonora de muchos quilates. Nebolsin es uno de los intérpretes que no sólo vence, quiero decir asombra desde su virtuosismo excepcional, sino que convence plenamente, sin que hallemos en su discurso un solo detalle de gusto convencional.
En las hermosas e interesantes Variaciones de Beethoven, sobre el tema que será luego base del último movimiento de la Sinfonía número 3, el intérprete asimila la intención del compositor en algo bien difícil de resolver: la unidad y coherencia de la obra a lo largo de las 15 variaciones y fuga, cuya concepción y escritura supone, por una parte, una serie de procesos transformadores, y, por otra, un encadenamiento interno y exterior del conjunto de metamorfosis de modo que el cuadro final se construye en nuestra memoria como una totalidad global.
En cuanto a la dramática Sonata número 6 de Prokófiev -que sin embargo alberga expresiones íntimas que rozan lo lírico o penetran en lo irónico-, Nebolsin supo expresarla en gran maestro. Que éste es el fin último de Bashkirov en su apasionada dedicación a la enseñanza: no abrir el camino a simples ejecutantes, sino a músicos magistrales. Puede estar satisfecho el profesor de la Reina Sofía como lo está, en plenitud de triunfo internacional, el fabuloso Nebolsin, una inteligencia fuera de serie. Como en París, Múnich, Montreal, Zúrich, Milán o Pittsburgo, escuchó Nebolsin larguísimas y entusiastas ovaciones del público madrileño.
Babelia
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