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La CDU admite la existencia de un sistema de blanqueo de dinero en el partido

Pilar Bonet

La secretaria general de la CDU, Angela Merkel, ha reconocido la existencia de mecanismos de blanqueo de dinero en su partido. Mientras, otros altos cargos de la Unión Cristiana Democrática alemana apuntaban hacia nuevos rastros de transferencias clandestinas, que emergen ahora como cimas de icebergs de proporciones desconocidas. El informe de los auditores financieros, que el domingo se presentará a la directiva de la CDU, constata donativos mucho mayores de lo que se había estimado inicialmente: hay otros nueve millones de marcos de origen confuso transferidos antes de 1993.

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En una entrevista que aparece hoy en el Süddeutsche Zeitung, Merkel ha admitido que en la CDU "en parte existen estructuras semejantes" a las de un sistema de blanqueo de dinero, aunque, según dijo, no se puede decir que éste sea generalizado. El presidente del partido, Wolfgang Schäuble, había dicho el martes a los miembros de la dirección que los auditores consideraban como blanqueo de dinero los comportamientos financieros del partido. Schäuble anunció ayer que se disculpará hoy ante el Bundestag (Parlamento federal) por su retraso en admitir que había recibido 100.000 marcos (8,5 millones de pesetas) del comerciante de armas Karlheinz Schreiber. El jefe del Gobierno de Hesse, Roland Koch, informó ayer de que, aparte de los 14,5 millones de marcos clandestinos que fluyeron a la CDU de aquel land, se venían haciendo desde los años ochenta otras transferencias, por valor de centenares de miles de marcos, procedentes de Suiza. Koch afirmó que esto era conocido por algunos funcionarios de la CDU además de por el expresidente de la organización y exministro del Interior Manfred Kanther, el extesorero Casimir Prinz zu Sayn-Wittgenstein, y el exasesor fiscal Horst Weyrauch. La organización de la CDU en Hesse no pudo especificar cuánto dinero hay en las cuentas suizas de la organización y los auditores emprendieron viaje a Zurich para tratar de seguirles el rastro. Kanther había dicho antes que el saldo de las cuentas era de 17 millones de marcos.

La Fiscalía estatal de Wiesbaden confiscó numerosos documentos en el registro en la central de la CDU en aquella ciudad y en los domicilios de Sayn-Wittgenstein y Weyrauch. La Fiscalía contempla además la posibilidad de iniciar un proceso contra el exministro Kanther, que abandona su escaño de diputado. La Fiscalía de Bonn, por su parte, ha iniciado otra investigación contra Hans Terlinden, un hombre de confianza de Kohl, y contra el asesor financiero Horst Weyrauch, para confirmar si éstos fueron cómplices del excanciller, sometido él mismo a otra investigación de la misma Fiscalía.

Mientras, el jefe del partido en el land de Baja Sajonia, Christian Wulff, dijo ayer que el informe auditor constatará la existencia de otros nueve millones de marcos (765 millones de pesetas) de origen confuso, transferidos antes de 1993. Según Wulff, las sumas que figuran en el informe son considerablemente superiores a los dos millones de marcos, que es la cifra de la que se partía teniendo en cuenta la confesión de Kohl, que dijo haber recibido entre 1,5 millones y 2 millones de marcos (entre 127 y 170 millones de pesetas).

El rastreo de las transferencias y la indignación por el comportamiento de Kohl están apartando a la opinión pública y a los observadores políticos de una pregunta que es casi un tabú por las implicaciones que tendría para Alemania y para toda la Unión Europea: ¿Cuál fue el verdadero precio de la reunificación alemana y en qué medida Kohl necesitó fondos para operar entre bastidores con objeto de eliminar obstáculos en el proyecto histórico de su vida? Si los escándalos en liza tienen esa dimensión oculta, el comportamiento de Kohl sería algo más que un asunto de blanqueo de dinero con el fin de no perder el control del poder.

Con nuevas revelaciones se está complicando la investigación sobre los sobornos y las subvenciones fraudulentas en el caso de la compra de la refinería Leuna por Elf Aquitaine en 1992, que fue uno de los proyectos mimados de Kohl y el fallecido presidente francés François Mitterand. Según el diario Bild Zeitung, la Fiscalía suiza alberga sospechas contra un íntimo colaborador de Kohl, el ex ministro de la cancillería Friedrich Bohl.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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