Ventura Pons trata en su último filme la frágil línea entre la vida y la muerte
Una niña se atraganta con un hueso de pollo y muere ahogada. Un hospitalizado sufre un ataque y no alcanza el timbre para llamar a la enfermera. Resultado: fallecimiento por trombosis. Como muchas, éstas son muertes absurdas que podrían haberse evitado. Un asunto, el de la quebradiza línea entre la vida y la muerte, que Ventura Pons aborda en su último filme, Morir (o no), basado en una obra de Sergi Belbel. La historia de la pequeña y la del enfermo forman parte, junto con otras cinco con idéntico desenlace, del argumento de la película, que se estrenará el viernes. Una cinta con dos partes. En la segunda, el destino da una nueva oportunidad a los personajes: todos ellos salvan la vida.Ventura Pons, que ayer presentó en Barcelona su película junto al dramaturgo Sergi Belbel y algunos de los actores que la interpretan, reconoció que Morir (o no) es "una propuesta fuera de lo normal", un producto "alejado del cine que se está haciendo". Esa originalidad y la compleja estructura narrativa -que ya aparecen en el texto de Belbel- fueron las características que, según dijo el cineasta, más le atrajeron de la obra teatral, y que espera que atrapen al espectador. "Cuando me provoco a mí mismo, el público suele recibirme mejor", aseguró Pons.
Obra y actores
El director no ocultó que se siente orgulloso de su nuevo hijo cinematográfico. Dos son las causas que, a su juicio, hacen de Morir (o no) un producto digno. En primer lugar, la brillantez de la obra de Belbel, que calificó de "extraordinaria". Y después, la plantilla de actores que han actuado bajo su batuta. "He contado con su complicidad. Sin su colaboración, la película no hubiera sido posible".
Un total de 15 actores, algunos de ellos grandes figuras de la escena catalana, interpretan el filme. Sus nombres: Lluís Homar, Carme Elias, Roger Coma, Marc Martínez, Anna Azcona, Vicky Peña, Carlota Bantulà, Amparo Moreno, Mingo Ràfols, Anna Lizaran, Mercè Pons, Francesc Albiol, Francesc Orella, Sergi López y Santi Ibáñez. El trabajo de interpretación no es fácil: escenificar la muerte es complicado. Pons ha querido dar tal realismo al asunto que todas las muertes han sido rodadas en un primerísimo primer plano, lo que exigía que el actor permaneciera durante bastantes segundos sin ni siquiera respirar. El director alabó la profesionalidad de su reparto, pero se detuvo particularmente en la labor de la benjamina, Carlota Bantulà, de 11 años, que, a su juicio, demuestra tanta maestría interpretativa como sus colegas adultos.
Marc Martínez, que encarna a un heroinómano que en la primera parte muere de una sobredosis y en la segunda se salva gracias a la intervención de su pequeña sobrina, habló de su experiencia con la muerte en la escena y recordó que en teatro "morirse es muy difícil, casi imposible, porque tienes el público ahí, a un paso". En cine, en cambio, añadió el actor, "sí es posible, aunque el primerísimo primer plano es arriesgado... Arriesgado, pero interesante".
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